El complejo reto de atraer inversión que genere riqueza y empleo

Carmen Inés Cruz Betancourt

Valioso el esfuerzo que hacen gobernantes y dirigentes para atraer inversión a la región, en procura de generar desarrollo y oportunidades de trabajo para nuestra gente que, por carencia de opciones pasa grandes penurias y especialmente nuestros jóvenes se ven forzados a emigrar, independiente de cuánto se hayan preparado e invertido en su formación.
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Ahora bien, para asegurar que aquellos esfuerzos cumplan su cometido es imperativo reconocer experiencias pasadas; en esa línea, tal vez la más recordada se relaciona con la Ley 44 de 1987 (diciembre 01), que otorgó exenciones tributarias por diez años a las empresas que se establecieran en la región afectada por la tragedia de Armero ocurrida el 13 de noviembre de 1985.

Quise conocer cifras derivadas de la aplicación de dicha Ley pero solo obtuve datos incompletos, así, un reporte publicado en el periódico El Tiempo (enero 27-1999) señala: “El balance sobre el número de empresas que hoy quedan en el Tolima, gracias a esa ley, es significativo, pero no muy alentador. De las 780 industrias de papel que se inscribieron en la Cámara de Comercio de Ibagué, para acogerse a la exención de impuestos, apenas 49 entraron a operar, y hoy sólo quedan 25”. 

Destaco que es un reporte emitido un año después de expirada la vigencia de las exenciones tributarias y queda pendiente precisar cuántas de aquellas empresas sobreviven actualmente, ésto es, 37 años después de expedida dicha Ley, y si bien no obtuve los datos, se anticipa que son muy pocas.

Como consecuencia, se suele hablar con cierto desdén de las empresas que se fueron y se las trata como oportunistas, pero es pertinente que revisemos el asunto  tomando en cuenta que se trata de operaciones comerciales que permanecen en un lugar mientras las condiciones sean propicias y su operación sea razonablemente rentable, de otro modo cierran sus puertas, entran en concordato o se trasladan a donde puedan prosperar. 

El hecho es que aquellas empresas encontraron que además de las exenciones, la región no les ofrecía un escenario propicio; señalaron por ejemplo que “Ibagué no poseía la plataforma necesaria para acogerlos … y las deficiencias en infraestructura de servicios y altos costos -especialmente de electricidad y agua- hicieron inviable su operación”. También la conectividad era deficiente y a ello se sumó la apertura económica adoptada por el gobierno nacional y la crisis económica que se enfrentó en aquella época. 

Es evidente entonces que para atraer inversionistas a la región, además de incentivos tributarios temporales, deben encontrar un entorno que les ofrezca servicios públicos de calidad y a precios razonables, conectividad tanto terrestre como aérea y de internet y recurso humano idóneo para atender sus requerimientos. Importa así mismo, que encuentren otros atractivos que les haga grata la permanencia; y, por sobre todo, es crucial que el entorno les ofrezca seguridad física y jurídica, y contar con políticas de largo plazo y no de cada gobernante de turno. 

Importa, además, focalizar los esfuerzos en empresas y operaciones que sean estratégicas para el desarrollo regional y reconocer la cadena de insumos y servicios que requieren; ésto es, la complejidad de aspectos que se deben trabajar para que el propósito de atraer inversión sea exitoso, de otro modo podríamos repetir una experiencia que no logró el resultado esperado. 

En suma, aunque estas consideraciones son ampliamente conocidas, es preciso reiterar que ofrecer exenciones tributarias es importante pero no suficiente para atraer inversión. Y agrego que es una tarea ineludible sistematizar y divulgar la información sobre este tipo de experiencias, a fin de aprender de ellas. 


 

Carmen Inés Cruz

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