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Ello, por supuesto, implica respeto por los otros y por su vida misma.
Son pocas las glorietas que operan en Ibagué y desafortunadamente se han convertido en escenarios especialmente problemáticos. En primer lugar porque las vías son angostas y las glorietas resultan muy pequeñas frente al enorme flujo de vehículos, y, por sobre todo, porque los conductores no actúan con la disciplina requerida. El problema se agudiza por el gran número de motocicletas que transitan y que irrespetan las mínimas reglas del tráfico. Se suma el hecho de que, a pesar de la congestión observada especialmente en horas pico, es muy poca la presencia de agentes de tránsito que regulen el paso. A veces esa tarea la cumplen grupos de jóvenes espontáneos con muy buena voluntad y en “operación rebusque”, ellos tratan de ordenar el tráfico equipados con chalecos y paletas de pare y siga, pero sin la preparación adecuada y eso los pone en riesgo porque, además, porque algunos conductores se detienen para obsequiarles una moneda y otros no atienden sus instrucciones porque no los reconocen como autoridad.
Se agrega el hecho insólito de que, con frecuencia, se observan vendedores ambulantes, motos y autos parqueados en el área misma de la glorieta sin que la autoridad les impida que permanezcan allí. Para completar, resulta que con ocasión del Cumpleaños de Ibagué, en la glorieta de la calle 69 con Avenida Ambalá, una zona de muy alto flujo vehicular, la Administración Municipal optó por instalar, a manera de monumento, una Guitarra gigantesca y vistosa que llama la atención y son numerosos los conductores que reducen la velocidad para tomar fotografías. Así mismo, hay peatones imprudentes que optan por atravesar la avenida con el propósito de fotografiarse posando con el citado adorno. Sobra decir que con ello crece la congestión.
Las anteriores consideraciones conllevan una invitación a las dependencias competentes de la ciudad, a la ciudadanía en general, y especialmente a conductores y peatones, para que apliquen máxima atención cuando transitan por dichos espacios, porque con la indisciplina que denotan los comportamientos señalados, las glorietas se han convertido en entornos peligrosos. Es así como son numerosos los accidentes que ocurren allí, especialmente por la imprudencia e intolerancia de los motociclistas.
Es evidente, entonces, que dadas las características particulares que se observan en dichos puntos, resulta imperativo aplicar mayor vigilancia para reducir la alta accidentalidad que se registra; además, evitar elementos que resten visibilidad en el entorno e induzcan a conductores y peatones a detenerse para contemplarlos. Mejor sería si en esos puntos disponen piezas apropiadas, vegetación adecuada y con buen mantenimiento. Los monumentos y adornos llamativos pueden reservarse para los parques y otras zonas, donde residentes y visitantes tomen las fotografías que deseen sin correr riesgos. Una vez más, se trata de crear las condiciones apropiadas e inducir mayor “cultura ciudadana” en el uso de las vías, entendiendo que es una forma de preservar la vida y el bienestar, algo que nos debe importar a todas y todos.
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