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Pero, así como exigimos esa rendición de cuentas, bien haríamos en hacer algo similar respecto a nosotros mismos, porque es costumbre que en la noche de año nuevo cada uno formule propósitos que espera cumplir en el año que inicia, solo que con el paso de los días, con frecuencia se olvidan o postergan y las acciones que debemos acometer para que se concreten no se emprendan.
Es entonces cuando se tiende a repetir que: “el año pasó volando” como excusa para explicar que los propósitos planteados no se lograron. Por ello es pertinente tomar un tiempo para reflexionar sobre el asunto que, aunque parezca menor, no lo es. Y si ello fue así, cabe preguntarnos ¿por qué?, acaso planteó más compromisos que los posibles de cumplir? o le faltó disciplina y persistencia?, o se olvidó de ellos y solo ahora se ocupa del tema?. Lo primero es aceptar que debemos revisar esa fórmula, y el momento es ahora, cuando, a solas o si es posible compartir con alguien de suma confianza, conviene confesar qué pasó y precisar dónde estuvieron las fallas.
No hace falta ser adivino para anticipar que indistintamente todos pedimos que en el año que inicia avancemos en forma cierta hacia la superación de la violencia, la corrupción, la politiquería, la inequidad social y otros males que nos agobian. También, que nos depare salud, bienestar, seguridad y recursos económicos para satisfacer aspiraciones de diverso orden; que nuestro entorno nos garantice tranquilidad, promoción en el trabajo, que ganemos una lotería, que podamos viajar y conocer nuevos lares y tantas otras cosas. Y es válido que se asuman desafíos retadores, siempre y cuando se tenga claro que todo ello exige organización, planificación, esfuerzo y trabajo persistente y no puede esperar milagros.
Podríamos mejorar las condiciones de nuestro país si cumplimos la ley, si superamos la polarización extrema, si elegimos a la mejor gente, si hacemos la veeduría adecuada, si actuamos con justicia y exigimos que ella se cumpla, etc. Así mismo podríamos mejorar nuestra salud si cuidamos de ella, si aplicamos los tratamientos pertinentes, nos alimentamos correctamente y hacemos el ejercicio recomendado. Tendremos ascensos en el trabajo si nos cualificamos en forma permanente, si rendimos más de lo esperado y aportamos al crecimiento de los emprendimientos en que estemos involucrados. Y, aún cuando muy difícil, podríamos ganar la lotería si la compramos, y podríamos viajar si ahorramos y estamos alerta de ofertas convenientes, etc, etc.
Así mismo, todos queremos un mejor entorno pero tendemos a olvidar nuestro deber de aportar; entonces cabe preguntarnos si como ciudadanos estamos haciendo la tarea de contribuir en todo cuanto esté a nuestro alcance o nos quedamos en la queja y la crítica. Es tiempo entonces de revisar cuanto hemos hecho y dejado de hacer y asumir el compromiso de aportar para que el año que viene sea mejor para todos, porque cumplimos las tareas que demandan los retos que formulamos, tanto para sí mismos como para la familia y el entorno cercano, y ese mucho más amplio en el que también podemos incidir si nos sumamos a ese conglomerado humano del que hacemos parte y que, igual que nosotros, anhela que 2025 sea mucho mejor que este año que termina, y nos deja tanta pesadumbre.
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