Sobre el Pacto por las oportunidades para el Tolima

Carmen Inés Cruz Betancourt

Tiene razón la Gobernadora del Tolima cuando, en el evento organizado para tratar sobre el Pacto en referencia, destacó “…
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lo difícil que resulta hablar de crecimiento económico y desarrollo sostenible mientras miles de colombianos enfrentan los estragos del conflicto armado… no podemos aspirar a mercados internacionales ni a cadenas sólidas de producción si no tenemos seguridad. Sin seguridad no hay siembras, no hay cosechas, no hay empresas, no hay exportaciones y, lo más importante, no hay sueños posibles”.  Y agrega que es el gobierno central, principalmente, el que tiene la responsabilidad de trabajar intensamente para superar tan compleja situación.  Pero, aún reconociendo que son muchos los territorios que enfrentan conflictos de enorme intensidad como el Catatumbo, Cauca, Nariño, Caquetá, Vichada, Meta, Chocó y otros, el clamor es para que también se ocupe de esta problemática en el Tolima, donde viene creciendo y es imperativo evitar que se desborde. 

Y, efectivamente, es difícil esperar que los empresarios se comprometan a fondo con la modernización y desarrollo de la actividad agrícola y casi cualquier otra actividad comercial, si viven atemorizados y extorsionados por grupos de delincuentes. Y no solo los grandes propietarios y empresarios, también campesinos pobres que cultivan áreas que apenas les permite una supervivencia precaria, y hasta pequeños comerciantes y vendedores ambulantes, que después de resistir un tiempo optan por abandonarlo todo, desplazarse a otros espacios o huir del país.  

Por todo ello es aún más importante, precisar aquellas acciones que competen a entes regionales tanto del sector público como privado, que deben acometerse con diligencia para aportar al logro de las metas propuestas. Se requiere así mismo, la unión de voluntades y la articulación de esfuerzos del sector público, privado, la academia y la sociedad civil, para no sucumbir en la desesperanza y el derrotismo y mantener el ánimo en alto. El Tolima cuenta con tierras fértiles, variados atractivos naturales y culturales, gente trabajadora, vigorosa y, como lo señaló la conferencista invitada, es vital asimilar que se trata de comprometerse con proyectos de largo plazo que trascienden los periodos de los gobernantes, y exigen seguimiento, trabajo en equipo y disposición a asociarse, porque los desafíos y vicisitudes que deben superar con diversos y grandes. 

Se requiere también, que asimilemos que producir más café, arroz, aguacate, limón Tahití, caña panelera, cacao, achira, etc. del mismo modo como se ha hecho por lustros y décadas, no traerá mayor riqueza. Todos sabemos que la salida está en dar valor agregado a productos con demanda en el mercado interno y externo y ello, por supuesto, requiere inversión para introducir tecnología, equipos, maquinaria, etc... Todo ello es posible, si además de superar la violencia, se cuenta con vías, servicios básicos, asistencia técnica, crédito, apoyo para la comercialización y atención a los tratados de libre comercio que implican amenazas, especialmente derivadas de las nuevas políticas de USA, pero también oportunidades que deben aprovecharse.

En suma, después del valioso ejercicio realizado en Ibagué, que se agrega a varios anteriores, queda claro que el desafío es grande y exige asumir una actitud positiva, disposición para superar las dificultades inevitables que surgen en el proceso y resolver todas aquellas que están a nuestro alcance. Pero, no podemos quedarnos en la sola reflexión, sigue la tarea de dar continuidad y convocar grupos ciudadanos que puedan aportar e involucrarse seriamente en la formulación de estrategias y en la implementación de acciones conducentes a lograr resultados concretos, partiendo de la certeza de que es necesario impulsar la asociatividad para trabajar en colectivos que logren ofrecer escenarios, calidades y volúmenes adecuados para su comercialización a gran escala.

CarmenInés Cruz

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