Misógino y milenial

Columnista Invitado

Como varios apuntan, el joven republicano Vance salió vencedor y, al menos por una noche, logró dejar atrás las controversias relacionadas con los supuestos inmigrantes haitianos que van a comer mascotas a EEUU o, peor aún, las controversias relacionadas con su visión reduccionista y estereotipada de las mujeres.
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Y es que, curiosamente, este último punto lo hace parecer más viejo que su contrincante demócrata, que le lleva 20 años.

El debate entre J.D. Vance y Tim Walz se centró en temas como el aborto, la inmigración o el cambio climático, y a diferencia de lo ocurrido en el encuentro de las fórmulas presidenciales (que fue más agresivo), este debate, a la manera del Medio Oeste, transcurrió de un modo civil y cordial.

Como varios apuntan, el joven republicano Vance salió vencedor y, al menos por una noche, logró dejar atrás las controversias relacionadas con los supuestos inmigrantes haitianos que van a comer mascotas a EEUU o, peor aún, las controversias relacionadas con su visión reduccionista y estereotipada de las mujeres. Y es que, curiosamente, este último punto lo hace parecer más viejo que su contrincante demócrata, que le lleva 20 años.

Como lo recogía Arwa Mahdawi, una de estas controversias es la relacionada con sus comentarios sobre cómo Estados Unidos estaba a merced de un montón de «mujeres sin hijos y con gatos», controversia a la que la misma Taylor Swift aludió en una publicación en su cuenta de Instagram mientras anunciaba su apoyo a la candidata demócrata.

Siguiendo a Mahdawi, otra de estas polémicas es la relacionada con el hecho de que, durante un podcast en 2020, Vance pareció estar de acuerdo con su interlocutor en relación con el rol social de las mujeres posmenopáusicas. Para el interlocutor, tal y como se escucha aquí, el papel de las mujeres después de la menopausia no podía ser otro que el de cuidar a los nietos.

Asimismo, a Vance se le ha acusado de minimizar la importancia del derecho al aborto porque, según él, las mujeres de los suburbios no se preocupan de esto (aunque algunas encuestas, entre esas una del Wall Street Journal, muestran que es un tema crucial para numerosas votantes).

Por último, pero no menos importante, a J.D. Vance se le achaca el haber sugerido que las mujeres deberían evitar divorciarse, incluso en matrimonios violentos, pensando en el bienestar de su hijos. Aunque más tarde alegara que sus palabras habían sido sacadas de contexto, Vance parece desconocer los incontables estudios que demuestran, por ejemplo, que las mujeres que consiguen dejar a sus parejas abusivas tienen un riesgo significativamente menor de ser asesinadas.

Sin embargo, toda esta misoginia va a ser quizás la responsable de mover la balanza del lado de los demócratas; quizás va a ser esa desconexión entre las preocupaciones y necesidades de las mujeres y la plataforma republicana la que en noviembre va a permitir decir, como sucede ahora con México, que Estados Unidos elige por primera vez en sus 248 años de historia a una mujer como presidente. A una mujer, por lo demás, afrodescendiente e hija de una madre inmigrante.

 

Simón José Ortiz

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