Con arte y sin parte

Guillermo Hinestrosa

Hace cuatro años me topé con una retrospectiva de la pintora bumanguesa Beatriz González, en el Parque El Retiro de Madrid. Entre un centenar de obras sobresalía “Decoración de interiores”, enorme lienzo colgado a manera de cortina, que muestra al presidente Julio César Turbay Ayala cantando, con un vaso de whisky en la mano derecha y la letra de unas coplas mexicanas en la izquierda. Un caballero y cinco agraciadas damas celebran con él. Indagada por el significado de su obra la famosa artista le respondió al diario El País: “El arte cuenta lo que la historia no puede contar”. Sonreí al pensar que desde Homero los artistas dan cuenta del gustico de monarcas y gobernantes por las señoras ajenas. 
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En 2004 Fernando Botero le donó al Museo Nacional medio centenar de pinturas en las que registró las múltiples violencias que han asolado a Colombia. Quizás el cuadro más emblemático de esa colección sea “El desfile”: un interminable cortejo de ataúdes, llevados a hombros por las calles de un pueblo destruido por los violentos. Plasma esa Colombia rural, doliente, desamparada por el Estado y excluida de todo tipo de oportunidades.     

Ad portas de nuevas elecciones, no tengo dudas de que la obra que recordará al periodo Duque será “Primera Línea”, del ibaguereño Darío Ortiz Robledo. Imagen viralizada por las redes sociales que registraron el estallido popular vivido en Colombia entre abril y julio de 2021. Asonadas lideradas por una franja de jóvenes conocida en el Dane como los “ninis”, porque no estudian ni trabajan. Tres millones y medio de compatriotas a los que la pandemia Covid les subió el lodo del cuello a la nariz.  

No pretendo hacer una crítica artística, pero diré que ese puñado de desarrapados resistiendo los embates de la policía, usando banderas de Colombia como tapabocas, se volvió un símbolo de su desesperanza y la nuestra. La atmósfera que recrea el cuadro es sombría y el resultado de los acontecimientos luctuoso. Según Naciones Unidas, 63 muertos (43 en Cali), 27 personas aún desaparecidas, 83 muchachos con lesiones oculares (42 en Bogotá), etc. 

¡Ojo con la juventud, Colombia! Un buen padre de familia no agarra a palo al hijo que le abolla el carro ni lo envía a la cárcel por daño en bien ajeno. Los correctivos adecuados hacen parte de la formación y el ejemplo de moderación y templanza que debemos darles para educarlos en el respeto, la tolerancia y el diálogo. Todos fuimos jóvenes y bellos y soportamos los excesos de una testosterona que espoleó amores e ideales de los años mozos. Primaveras universitarias que muchos compatriotas jamás tendrán la ocasión de vivir. 

La principal obligación de un estadista es mantener la legitimidad de las instituciones, pues de ella depende la estabilidad de la democracia. Prever el impacto de decisiones inadmisibles, como las orgías burocráticas y de contratación que ejecutan Entes Territoriales y Organismos de Control en pleno proceso electoral. No obstante, Duque se lamentaba, en días pasados, de que los “vándalos” le hubieran saboteado batir el récord mundial de crecimiento del PIB, que hubiera podido superar el 11%. 

Los cuadros de González y Botero siguen vigentes, pero nada destronará a esa cuadrilla de descamisados sin nada que ganar ni que perder en la cínica Colombia de hoy.

Guillermo Hinestrosa.

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