Fútbol e identidad colectiva

Hugo Rincón González

Se veían por todos lados. Estaban exultantes de entusiasmo. Enfundados en sus camisetas amarillas y algunos con banderas tricolores se movilizaban por todas partes.
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El tema no podía ser distinto: el partido de la selección Colombia que decían, enfrentaría al campeón del mundo: Argentina.  Con la racha de partidos invictos de la tricolor, estaban seguros de la victoria. Habían preparado pólvora para la celebración, la cual hicieron estallar desde los momentos previos al inicio del partido.

Una característica de los sentimientos que genera la selección Colombia es que une a todo el mundo. Más allá de la exacerbación de la polarización política que cruza el país, este equipo de futbolistas, une a la gente de todos los estratos y todas las filiaciones partidarias. Es una verdadera identidad colectiva la que surge. En otros momentos, esta circunstancia es aprovechada por los gobernantes para fomentar el nacionalismo y el patriotismo. Los triunfos deportivos unen, juntan a los colombianos. Como es poco habitual que seamos protagonistas en algo del deporte, cuando se producen los triunfos, la gente se regocija con ellos y se demuestra esta alegría en comportamientos que rayan muchas veces en la locura y el desenfreno.

Cuando la selección Colombia del Pibe, Rincón y demás figuras del momento, derrotaron a la misma Argentina por 5 a 0, se desató la locura colectiva. La celebración se transformó en excesos de toda clase. El resultado indeseable fueron los muertos en varias ciudades. El triunfo catapultó la violencia como mecanismo para la celebración. Una paradoja, la alegría genera hechos luctuosos.

El fútbol colombiano hoy tiene un protagonismo diferente. Nuestros jugadores ya desarrollan su actividad en ligas importantes del mundo. No somos la cenicienta habitual. Hay grandes y destacados futbolistas que se pelean los grandes clubes. Ello ha permitido que el seleccionador nacional cuente con una base importante para escoger. La mayoría de los miembros de la selección eran casi desconocidos para la gran mayoría de la hinchada y sin embargo juntos, unen a la nación.

El fútbol, las selecciones nacionales y los equipos de las regiones, son expresión de identidades colectivas que van surgiendo. La gente se identifica con sus equipos. Anoche las dos naciones unidas, cada una, alrededor de su selección, esperaban el triunfo. Como en otras competencias, ver un hincha del fútbol frente al televisor, disfrutando de un partido de su colectivo, es una gran experiencia: gritan, chillan, insultan, brindan, saltan, utilizan expresiones soeces para referirse al árbitro y los jugadores adversarios, mejor dicho, dejan salir ese lado oscuro que todos tenemos.

La pólvora preparada por los hinchas colombianos solo pudo ser usada en la antesala del juego. En cada jugada de peligro generada por nuestro equipo la gente rugía y el ruido de las bubuselas se disparaba. Al final siendo solo un partido, un juego, la gente lo ve y lo siente como algo que desata sus pasiones.

Luego de la derrota y finalizado el juego que coronó a Argentina nuevamente campeón, la celebración tuvo que suspenderse y todos los preparativos para ella, guardarse para una nueva ocasión, dónde esperamos, se nos den las cosas como lo manifiestan los futbolistas profesionales.

Mirando al piso y con las banderas al hombro, los vi, ya no con la alegría esperada, sino con la tristeza y el inicio de una tusa futbolera, dirigirse a sus lugares de residencia. “Esta vez no fue posible por culpa del árbitro que nos robó”, venían hablando un grupo de hinchas. “Siempre o casi siempre nos faltan 5 centavos para el peso, pero al menos tenemos una selección competitiva”, terminaban manifestando. La identidad colectiva está ahí, herida y magullada pero viva.  La esperanza está intacta para otras oportunidades que ya vendrán, por ahora es importante mantener la cohesión que se tiene y soñar con cosas grandes en un futuro muy cercano.

 

Hugo Rincón González

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