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En el informe, Finagro revela que se realizaron 283.499 operaciones de créditos entre pequeños y medianos productores, de tres millones que existen en el país. Es decir, solo lograron una cobertura del 9,4%, los 2,7 millones de productores restantes, no existen para el sistema financiero y les toca financiar sus cultivos con recursos propios o créditos con tasas de interés por encima del 28% efectivo anual. La tal bancarización del campo es un saludo a la bandera.
Dice Finagro, que en estos 11 meses, lograron desembolsar 35,3 billones de pesos, pero que el 73% fueron destinados a grandes empresas mientras que a los pequeños productores solo les correspondió el 14% de la torta y a los medianos el 13% restante, colocados en su mayoría por el Banco Agrario. Es decir, tenemos un Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, que fomenta el crédito para grandes industrias y cadenas de supermercados (cosa que está bien), pero también deben diseñar instrumentos que incentiven las colocaciones en pequeños y medianos productores con bajas tasas de interés. Preocupa, que además que nos les llega el crédito ahora estén fomentando el microcrédito rural con tasas de interés al 28% efectivo anual, para destinos que nada tienen que ver con la producción de alimentos ni transformación de materias primas. Lo preocupante de estos créditos, es que la normalización de cartera está creciendo al 2.000%, algo nunca visto en la historia de Finagro.
Revela Finagro, que de los 35,3 billones desembolsados, la banca privada colocó el 83,5% de los recursos a través de la sustitución de la inversión forzosa y ellos, gestionaron el 16,5% restante a través de cartera de redescuento. Si esto va a seguir así, es mejor que el Banco de la República y la Superintendencia Financiera, sustituyan la inversión forzosa en TDA clase A y B, por una inversión forzosa directa a cada entidad de crédito, para que distribuyan esos recursos equitativamente en créditos a pequeños, medianos y grandes productores del campo, tanto para capital de trabajo como para inversión. Además, asignar a cada banco un cupo de garantía FAG, dependiendo del porcentaje de siniestralidad de su cartera. Esta idea, ayudaría a agilizar los créditos, aumentar la cobertura de productores y la inversión en nuevos proyectos productivos, reducir trámites engorrosos, gastos administrativos en burocracia y costos financieros.
En conclusión, el Sistema Nacional de Crédito Agropecuario, como Finagro, el Fondo Agropecuario de Garantías, FAG, los instrumentos de incentivos y el Seguro Agrario, requieren una restructuración urgente. El sector agropecuario de Colombia, necesita crecer en área, productividad y exportación, y ello solo se consigue con sistema de financiamiento ágil, oportuno y barato.
En el tintero. El club de burócratas del sector agropecuario de Bogotá, hasta en diciembre siguen programando Congresos, foros y conversatorios, para echar carreta barata y justificar sus millonarios sueldos. Como dijo el filósofo del pueblo, “No peor cuña, que la del mismo palo”.
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