PUBLICIDAD
Hasta hace poco se habían definido algunas tendencias, en Europa y América Latina se han realizado varios estudios que las definen. Qué tanto cambiará la guerra dichas tendencias, aún no lo sabemos, lo que sí sabemos es que tenemos que tenerlas en cuenta si queremos planificar acertadamente nuestro futuro.
Una primera aproximación permite definir seis tendencias mundiales que pueden considerarse relevantes para el futuro de América Latina: tecnologías disruptivas en gestación y cuya difusión transformaría sustancialmente la producción, el empleo, el bienestar, la gobernabilidad y las relaciones humanas; escasez de recursos naturales, agua, alimentos, energía y minerales; transformaciones demográficas, desplazamiento del poder, nuevos mercados, clases medias en ascenso, migraciones; urbanización y expansión de las ciudades, concentración de la población, demanda de infraestructura y servicios básicos, calidad de vida, competitividad de las ciudades; cambio climático, efectos en la agricultura, oportunidades de crecimiento verde, conciencia ciudadana y cambios de comportamiento, y; ciudadanos globales interconectados, impacto de nuevas tecnologías en las relaciones sociales, transparencia, seguridad, violencia, crimen organizado y ciberataques.
Además, la población humana está envejeciendo, con una creciente clase media y desigualdades cada vez mayores; el desarrollo sostenido de la economía mundial se está volviendo más vulnerable a las dificultades y las debilidades en el proceso de globalización; la revolución de la tecnología y sus aplicaciones está transformando las sociedades en casi todos los aspectos.
La gestión de la escasez de recursos supone una dificultad cada vez mayor, con un creciente consumo de energía y un cambio en los modelos de producción; la interdependencia de los países, ahora un hecho de la vida mundial, no va unida al refuerzo de la gobernanza mundial. El orden mundial es más frágil e imprevisible.
Se están produciendo simultáneamente tres revoluciones mundiales a las que hay que hacerle frente: una revolución económica y tecnológica que cambiará fundamentalmente la forma en que funcionan las economías y las sociedades; la nueva «sociedad del conocimiento» presenta enormes oportunidades en términos de productividad y aumento del bienestar medio y el empoderamiento del individuo, pero también puede provocar importantes perturbaciones sociales como el aumento del desempleo en trabajos poco cualificados repetitivos; un aumento de las desigualdades en las sociedades (más que entre países); y un empobrecimiento relativo de las clases medias en los países desarrollados; una revolución social y democrática con personas más empoderadas y mejor conectadas, más creativas, más dinámicas y estarán menos atadas a trabajos para toda la vida, pero también serán más exigentes y críticas.
Habrá que estar pendiente de los cambios en estas tendencias.
Comentarios