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Sin embargo, esta medida necesita de un mayor análisis como quiera que la norma restringe la construcción de pozos profundos debido al riesgo que podría correr la salud pública.
En 2014, Cortolima planteó que el acuífero de Ibagué podría proveer el acueducto de Ibagué en momentos de emergencia y de forma transitoria si el ‘Machín’ llegara a activarse.
Recientemente la gerente del Ibal, Erika Palma, retomó el tema afirmando que se está estudiando la posibilidad de que se construya un pozo profundo con aguas subterráneas como alternativa para el suministro de agua en la bocatoma Chembe y favorecer a los usuarios en la comuna Siete.
Esta propuesta revivió el debate sobre la calidad del agua subterránea del acuífero de Ibagué y la posibilidad de usarla para el consumo humano. Así las cosas, vale la pena retomar las conclusiones y recomendaciones del último estudio que realizó Cortolima, contratado en 2013 y socializado en 2017.
El estudio inicialmente, en la fase de aprestamiento, determinó que el acuífero de Ibagué tiene una extensión de 67.056 hectáreas aproximadamente, abarcando los municipios de Ibagué con el 50% en 13 comunas y 38 veredas, Piedras con el 28% en la cabecera municipal y 13 veredas, Alvarado con el 16% en 10 veredas, San Luis con el 6% en 9 veredas y Coello con el 0.03% en un corregimiento.
El estudio también identificó 143 puntos de captación del acuífero, distribuidos en 115 pozos profundos, 11 manantiales y 17 aljibes, los cuales, en un 84%, se distribuyen en 66 puntos de agua para el uso agrícola, 38 puntos para el uso doméstico, 21 puntos para el uso pecuario, entre otros.
El estudio concluye que existe una sobreoferta de agua subterránea que permitiría perforar por lo menos 150 nuevos pozos con un caudal promedio de 100 l/s sin que afecte el balance hídrico del abanico. En cuanto a la calidad del agua, esta presenta muy buen potencial para el uso como agua potable, sin embargo, la alcalinidad y los fosfatos deben ser contemplados desde el punto de vista económico, y para ciertos puntos se encontraron valores por encima de la norma en elementos como el hierro, magnesio y manganeso, requiriendo tratamientos para su retiro.
Por supuesto que para tomar la decisión de concretar el proyecto y hacer la inversión necesaria se requiere no solamente de los estudios, sino que además de contar con los permisos necesarios y los recursos suficientes.
Finalmente, esta situación, bien intencionada por parte de la actual administración del Ibal, no oculta el incumplimiento de requisitos de prestación de servicio de acueducto y alcantarillado para el crecimiento urbanístico de la ciudad como lo mostró el informe de la Contraloría General de la República expuesto por la Veeduría Agua para Ibagué, Vapi.
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