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Nosotros somos muy dados a ejercer esta práctica cultural que, desde la conquista misma de nuestro territorio, se entronizó y tomó arraigo, sobre todo en las manifestaciones generadas desde el poder. Esta actitud no es mala si la dosificamos y no caemos en las obsesiones que solo ven la parte negativa. Aquí usamos expresiones como “ser vivos” o “utilizar la malicia indígena” para no dejarnos engañar, lo cual puede ser positivo, sin caer en posiciones extremas y paranoides.
Tres noticias aparecidas en la última quincena nos han suscitado este tipo de introspección, sobre todo porque pareciera que presentan un hilo conductor evidente que tiene que ver con el álgido momento social y político que estamos viviendo. La primera de ellas es el encuentro que a finales del mes pasado tuvieron el expresidente Iván Duque Márquez y el ex comandante del Ejército Eduardo Enrique Zapateiro, con un grupo de militares y exfuncionarios de las fuerzas armadas. Aunque no se filtraron los temas tratados y en apariencia fue un encuentro de viejos amigos, no deja de causar cierto recelo que va en el mismo camino de otras dos propuestas.
Pocos días después el expresidente del Senado en el gobierno de Duque, Ernesto Macías, lanzó un llamado público: “A los generales y demás oficiales, suboficiales, policías y soldados retirados y de la reserva activa de las fuerzas armadas y de policía, los necesitamos ahora en la lucha democrática para salvar a Colombia. El frente de batalla por la democracia los espera”. Esta proclama que bien pareciera un grito de combate, sorprende cuando las elecciones recién acaban de pasar y el pueblo colombiano se alista, no para la guerra, sino para la construcción de la paz. Por eso nos parece lícito el rechazo a este tipo de propuestas.
El tercer caso surgió de los labios de José Félix Lafaurie, connotado representante del gremio de ganadores a nivel nacional, esposo de María Fernanda Cabal, la senadora que lidera la oposición al actual gobierno. En una comunicación con sus paisanos del Cesar los invitó a organizar “un grupo de ganaderos de reacción solidaria inmediata para que cuando haya perturbación de la propiedad, inmediatamente todo el mundo acuda a apoyar al ganadero afectado”.
Aunque después aclaró que era para apoyarlo jurídicamente, muchos colombianos recordaron el inicio del paramilitarismo con las famosas “Convivir”, que terminaron bañando en sangre varias regiones del país.
Estas tres manifestaciones son un campanazo de alerta para que se despierte la suspicacia que debemos tener y reforcemos nuestro compromiso con la paz.
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