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Por cuanto los valores, creencias y supersticiones del grupo al entresacarlos de una anécdota, un gracejo o un cuento tradicional, reunirlos en un solo cuerpo de obra y convertirlos en objeto de estudio, prestan mayor utilidad para el conocimiento pleno del grupo, con mayor acierto, fidelidad y de mejor manera, que formas de expresión más elaboradas y pretenciosas.
Por lo que ya una vez compiladas y como consecuencia de ello, se deben consagrar tales sentencias, sobre cualquier otro catálogo normativo del conjunto de prescripciones de comportamiento que orienten a la comunidad, a fin de que alcancen casi “fuerza de ley”.
De manera tal, que dichos preceptos o mandamientos como el que da título a este escrito, una vez elevado a norma imperativa, llegue a obligar a los que vayan a elegir a quienes aspiren a gobernar futuramente, -cualquiera sea su ideología u orientación política-, a tener “ojo avizor” procurando que el resultado de su elección no se parezca al sucedido en el pasado entre nosotros o en comunidades próximas conocidas, a fin de impedir que “aquí” pase algo semejante o con parecidos efectos que los de aquellos que provocaron daños, complicaciones y/o disgustos a grupos sociales semejantes al nuestro.
Con ello el primer efecto positivo que se va a producir, es que quienes se elijan no guardarían semejanza con aquellos que han mal gobernado en el pasado y que a pesar de ello insisten en llegar a cargos de preminencia tales como jefaturas locales, regionales o del Estado, montando a favor de sus propósitos de repetición, descarados programas asistencialistas y ofrecido al vandalismo o al narcotráfico, impunidad, perdón y olvido de sus criminales acciones de lesa humanidad y de las otras, cometidas durante la centuria que pasó y de lo que va corrido de esta.
Así obtendríamos una secuela adicional positiva, como que de estos lares desaparecería la reelección, pues los hechos del pasado nos habrían dejado sentir los nocivos efectos que a causa de ella se han tenido, Y menos si quien ello pretende es uno de los personeros de la más nociva violencia que Colombia haya conocido en su pasado, en cuanto contribuyó a cercenar a varias de sus mejores y más calificadas inteligencias.
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