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Es tanta su desesperada manera de tratar de impedir la pérdida de la irrecuperable popularidad que alguna vez tuvo, misma que ha ido perdiendo poco a poco y que le pronostica su “infalible ocaso” ante el esquivo suceso de las urnas que se advierte como obvia respuesta a lo que hasta ahora ha sido su gestión, que de verdad muy poco o casi nada le a aportado al país, diverso a su irresponsable demagogia vía X, con la cual está pagando a plazos el entierro de tercera de su mediocre gobierno que ya ha causado bastante daño a la democracia colombiana.
¿O será acaso tan su torpe su razonamiento como para pensar que el país va a creer en la buena fe de sus planteamientos y la de sus propósitos, cuando apenas hoy si se encuentra tratando de ocultar sin éxito los oscuros orígenes y cuantías de las tuladas de dinero que ilícitamente lo llevaron a la posición que hoy con poco mérito ostenta?.
Ya que no de otra forma se puede explicar que, ante el delicado momento político que vive la patria, no actúe con la prudencia necesaria que lo aleje del discurso de campaña, en el que irresponsablemente hacía indemostradas aseveraciones, más nacidas del deseo de triunfo electoral y de la visceral amargura que siempre le acompaña como guerrillero que fue, que del ánimo de servirle a Colombia y a su democracia.
Porque hoy mal puede olvidar que él aquí y ahora ostenta la personería del país y que cualesquiera que sean sus afirmaciones, comprometen y obligan al Estado que él representa.
Aún así, nos queda algo por agradecerle al hoy Presidente por haber "pelado el cobre" tan a tiempo pues nos está evitando tener siquiera que pensar en un candidato que continúe su “obra de desgobierno”, ya que después de tan inefable desempeño ni los maestros a quienes revolcó su servicio de salud, ni la Comisión VII de la Cámara de Representantes que le acompañaron su reforma a la salud, ni su "premier" Luis Fernando Velasco, votarán por él Si acaso Francia Márquez: “de malas”.
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