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A lo que se añade, -como es de fácil advertencia-, la gran cantidad de los mismos que son utilizados como plazas de estacionamiento de toda suerte de vehículos, o en los que, pese a su estrechez, se han ubicado vendedores con elementos varios, que entorpecen aún más su uso, obligando a quienes tenemos que transitar por ellos, descender a la calzada, exponiendo la salud y hasta la vida
Un motivo más para constatar que en esta mal diseñada urbe, la conducta dominante, de antaño y que permanece sin solución de continuidad, ha sido la regida por el egoísmo y el “nada que ver para con los demás”, lo cual deja traslucir en toda su intensidad la clase de gobernantes que al respecto nada han hecho, o muy poco, casi nada, hasta hoy con miras a corregir tan anómala circunstancia.
Porque tal como en su momento lo enseñó el profesor Antanas Mokus en su paso por la Alcaldía de Bogotá hace ya algunos años, en la semiología, en cuanto ciencia que estudia la vida de los signos de una comunidad, las obras y su realización resultan de eficacia para derivar de ellas la calidad de los gobernantes locales que hemos tenido y para entender cómo es que éstos se han apropiado y/o abusado de su realidad.
O sea su valor de significación para deducir de ellos, cómo nuestro flamante Alcalde y su cuadrilla, así como los que lo antecedieron, muy poco o casi nada han hecho en el tiempo de su gobierno para reponer el perjuicio comunitario que la individualista conducta de los que planearon y continúan haciéndolo de manera continuada en esta Ibagué, están causando a quienes tenemos que deambular por estas desmirriadas calles, evidenciando con su negligente actuar de funcionarios, el displicente concepto que les merece el tema del espacio público y el poco respeto que sienten por la urbe y sus gobernados, bien diverso a lo que expresan en su reiterativo, populista y“ vibrador” discurso.
De manera tal que para conocer el concepto que de lo colectivo y la peculiar noción que de su realidad tienen Hurtado y sus compañeros de administración, basta y sobra, ver el desconsiderado daño que su omisiva conducta nos ha causado y seguirán causando hacia el futuro.
Y cómo de antaño lo hemos dicho y no nos cansaremos de repetirlo, para el primer empleo de esta capital, -con una ciudad ávida de realizaciones y con una realidad tan cambiante y compleja como la de Ibagué-, se requieren sanos y capacitados orientadores de la gestión pública, pero por sobre todo gentes con sentido cívico, respetuosos de la vida de sus civium, o sea de aquellos que la habitamos.
Manuel José Álvarez Didyme-dôme
Ibagué, junio del 2.024
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