¿Unirá Trump a Latinoamérica?

Iván Ramírez Suárez

Desde las mismas victorias de independencia en América, los líderes de los nuevos Estados latinoamericanos han creído y visto posible una unidad regional para enfrentar no solo al imperio de los Estados Unidos, que ya había obtenido su independencia antes que estos (1783), sino al resto del mundo.

Más de 20 países conforman una extensión superior a los 20 millones de kilómetros cuadrados y una población que parece ya superar los 500 millones de habitantes. Toda una unidad de poder político, económico y social cuya necesidad nunca perderá vigencia.

Y es que Estados Unidos desde su misma independencia concertada en el Tratado de Versalles con Inglaterra, se convirtió en amo y señor de América, ampliando sus dominios en el norte a sangre, fuego y exterminio de la población indígena y enfrentándose militarmente con el decadente ejército español.

Solo un siglo después ya había anexado a las islas de Cuba, Puerto Rico y Hawai (1898) y había invadido Filipinas y algunos territorios de China. Y sin caer en el sincretismo racial y cultural con la raza indígena nativa y la población negra traída desde África, muy común en la población latinoamericana, fortaleció su cultura, poder económico y militar que lo ha convertido desde entonces en una verdadera potencia mundial.

Esto hizo que la población latinoamericana tuviera como primer referente para construir un futuro económico y familiar fuera de sus fronteras, a los Estados Unidos. La migración se ha dado desbordadamente, legal o ilegalmente, y hoy se dice que allí habitan cerca de 20 millones de latinoamericanos, de los cuales el 60 por ciento son mexicanos.

Por eso sorprende la política pública discriminatoria que está adoptando el nuevo presidente Donald Trump contra los mexicanos e inmigrantes de otros países. Cree así el nuevo presidente derrotar dos de los grandes problemas heredados de sus antecesores: el terrorismo externo, principalmente el yihadista, que ha obligado a los Estados Unidos a exorbitantes gastos militares y geopolíticos; y a cuidar sus fronteras para evitar el ingreso del narcotráfico y una aparente delincuencia mexicana.

Apelar a la xenofobia y al nacionalismo no solo en lo social sino en lo económico, le acarreará al gobierno Trump delicadas consecuencias con los Estados latinoamericanos, en donde su poder político ya está bastante disminuido por la debilidad de la OEA y la consciencia de los nuevos gobiernos latinoamericanos que ha conllevado a buscar nuevas formas organizativas con exclusión total de los Estados Unidos.

Y si a esto les sumamos los acercamientos de varios Estados latinoamericanos con Rusia y China, otras dos potencias económicas y militares, y la búsqueda incansable de los pueblos de luchar por una unidad regional, aún contra la oposición de sus gobiernos, no se puede dejar de pensar que Trump si ejecuta íntegramente su propuesta política que lo hizo elegir como presidente, estará coadyuvando bastante con este propósito y fin de conseguir una Unidad Latinoamericana de Pueblos y Gobiernos.

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