Como a muchos colombianos, a mí me tomó por sorpresa el anuncio del posible regreso de Íngrid Betancourt a la política electoral de nuestro país. No la tenía en mis cuentas, ella misma había dicho que no iba más en la política, no contemplaba la posibilidad de que la Exsenadora y excandidata presidencial sonara en estas elecciones ni mucho menos que se le tuviera en cuenta por parte de algún grupo político para hacer parte de su plataforma, pero como la política es atrevida y arriesgada pues aquí estamos, pensando de nuevo en Íngrid como un actor relevante en la política. Y de su discurso y convicción sobre no volver a la política hoy sabemos que lo está pensando en el marco de su compromiso para con la Nación. Íngrid hace parte de la historia de Colombia y tal vez aún le falta por escribir algunas líneas más.
Detrás de la propuesta a la exsecuestrada por las Farc y liberada en la operación Jaque se encuentra la alianza Verde-Progresista, la misma que inicialmente logró juntar a Navarro con Peñaloza y de la cual no participa Compromiso ciudadano (o sea Fajardo). Con la propuesta de que Íngrid Betancourt sea la cabeza de lista al Senado los estrategas de esta alianza mandan un mensaje de la gran capacidad y arrojo que tienen para pensar y plantear la política colombiana.
Quienes se están conformando en leer la alianza como una medida desesperada para alcanzar unas curules o presentar un candidato presidencial que juegue un papel secundario se están quedando cortos.
Y tan inesperada es la política que el ofrecimiento hecho por la Alianza Verde-Progresista a la Colombo-Francesa terminó dándole beneficios al Presidente Juan Manuel Santos de quien ella dijo que debería ser reelegido.
Ya con ella en mi radar se me ocurrió que en la casa de Nariño alguien podría estar pensando en que Betancourt podría ser la formula vicepresidencial de Juan Manuel Santos. Pensemos en esa posibilidad un momento, quien mejor para acompañar al Presidente en su propósito de alcanzar la paz, el perdón y la reconciliación que necesitamos los colombianos que aquella mujer que durante años vivió el rigor de la violencia y la guerra. Aun me parece estarla viendo en las discusiones con las Farc en el Caguan. Y la verdad me la imagino sentada una vez más dialogando y negociando con ellos, basta solo con escucharla hablar sobre su compromiso incondicional por la paz para que ningún otro colombiano viva lo que a ella le toco vivir.
En fin, termino este artículo diciendo que la política es dinámica y por lo tanto de pronto nos sorprende. De todos modos sea cual sea la decisión que tome Íngrid Betancourt ella debe saber que en Colombia son muchas más las personas que la aprecian y respetan que quienes la censuran.
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