Soy capaz de soñar un país en paz y trabajar para hacerlo realidad, de soñar una Colombia diferente. De luchar por que en el Tolima se registre menos desigualdad, menos pobreza, menos injusticia social. De vivir nuestro sueño latinoamericano.

Soy capaz de entender que un acuerdo con los grupos guerrilleros es necesario pero no suficiente para poder alcanzar la paz en Colombia. Que la paz necesita desarmar el alma y el espíritu. Soy capaz de luchar por que en Colombia haya justicia transicional.

Soy capaz de perdonar y de pedir perdón, de recordar sin dolor. Soy capaz de ser protagonista y no un simple espectador en la búsqueda de la paz. De hacerlo desde mi hogar, de empezar en casa.

Soy capaz de ser el mejor en lo que hago. De plantearme retos y luchar por alcanzarlos. De alcanzar mis metas, de vencer los obstáculos que me pone la vida. Soy capaz de sobreponerme a la adversidad. De aprender de mis errores.

Soy capaz de divertirme, de gozar la vida, de vivir sin hacer daño a nadie. De sonreír aun en los momentos más difíciles. Y también soy capaz de llorar, de gritar y también soy capaz de callar y escuchar.

Soy capaz de amar, de decírselo a mi esposa, de expresarlo con hechos. Soy capaz de hacer el amor y no la guerra. Soy capaz de dar las gracias a todos aquellos que me han ayudado, y de entender por qué algunos no lo hacen.

Soy capaz de mirar a los ojos de mis hijas y enseñarles a ser honestas. Enseñarles que solo con esfuerzo y constancia se puede ser mejor. Que el camino se hace al andar. Y que tenemos toda una vida para recorrerlo.

Soy capaz de disfrutar mi trabajo, de no sentirlo como una carga. De aprovechar cada minuto para cumplir con mis tareas. Yo soy capaz de ser solidario con mis compañeros de trabajo, de trabajar en equipo, de valorar el trabajo de los otros.

Soy capaz de ponerme en los zapatos de los demás, de entender la condición humana. Soy capaz de ser consecuente, de entender y respetar la posición del otros, así esta sea diferente a la mía. Soy capaz de no poner cuidado a los rumores ni a los chismes. De no decirlos, ni inventarlos.

Soy capaz de tolerar las impertinencias de los demás, sus groserías, frescuras y descaros. De no prestarles atención, de no dejarme amargar por ellas. Soy capaz de hacer las paces sin arrepentimientos.

Soy capaz de escuchar críticas sobre mí. De valorarlas, de respetarlas. De reflexionar sobre mis errores, de enmendarlos. De corregir día tras día.

Soy capaz de respetar a mi prójimo, de cuidar nuestra relación. De decirle lo que me gusta y lo que no me gusta. Soy capaz de ayudar a los más necesitados, a todos aquellos olvidados por la sociedad. Soy capaz de vivir mis convicciones religiosas, con fe y esperanza en Cristo.

Y tú, ¿de qué eres capaz?