Elecciones 2016, así podría titularse lo que será la campaña política este año. Y es que en un país que vive con tanta pasión la política, en este 2016 los colombianos estaremos metidos en una nueva campaña política, el plebiscito por la paz.
La campaña será totalmente diferente a otras conocidas hasta ahora; no se movilizarán los ríos de dineros que se acostumbran a tener por parte de los candidatos tradicionales, entre otras porque no hay candidatos. No habrá dinero para pagar activistas, tampoco para refrigerios, ni mucho menos para la logística. Sin embargo, el Estado dará espacios en medios de comunicación para que ambas iniciativas puedan promocionarse.
Las elecciones de 2016 podrían ser las primeras en donde los ciudadanos de este país salgan a votar por una idea de nación y por un propósito común; terminar el conflicto interno con un grupo guerrillero mediante la ratificación de un acuerdo con las Farc e iniciar así un camino hacia la paz.
El tema no es para nada sencillo, entre otras porque mientras el Gobierno nacional y el Congreso de la República hacen cuentas con el supuesto de alcanzar la firma a mediados de marzo de este año, el grupo guerrillero de las Farc han dicho que la fecha está muy próxima y que no alcanzaría el tiempo para cumplir la meta y que además no están de acuerdo con el mecanismo escogido. Sin embargo, con la Ley aprobada y muy seguramente sancionada, la suerte del mecanismo pareciera ya estar echada.
De todos modos, el sistema político en Colombia ya se prepara para afrontar las elecciones, ya se conoce quienes estarán al frente del Sí y del No.
Los partidarios del sí, el Gobierno nacional y sus aliados en la Unidad Nacional han diseñado una estrategia que promoverá el voto por el sí 30 días antes de la fecha de votación, cuando el Gobierno tenga que divulgar el acuerdo final y explicar al país punto por punto lo acordado. El coordinador de la campaña será el colectivo Todos por la Paz, liderado por el exministro Fabio Villegas.
Los partidarios del No, en cabeza del Uribismo, tendrán dos opciones, la primera salir a votar por el no y la segunda abstenerse. Como para refrendar los acuerdos se necesita cuatro millones 700 mil votos, el No necesitará mucho más que esa cifra por lo que la estrategia de abstenerse es válida, sin embargo, podría ser un arma de doble filo. La encrucijada para el Uribismo está en que ir a la campaña defendiendo el No implica validar el mecanismo y de perder el costo político es bastante alto.
No hay duda de que las elecciones de este año también serán un preámbulo en la conformación de una nueva etapa electoral en Colombia en la cual se establecerá con claridad cuánta fuerza tiene realmente el voto de opinión y el voto útil frente a los votos amarrados de los Partidos y qué tanto poder de convencimiento tienen estos para movilizar sus estructuras.
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