Durante años, el Tolima y en particular la región Sur, integrada por los municipios de Ataco, Planadas, Chaparral y Rioblanco, han sido sujeto de apoyo del Plan Colombia. Las inversiones allí realizadas han servido para recuperar el territorio, construir infraestructura vial y apoyo a procesos productivos. Es evidente que la cooperación de los Estados Unidos ha contribuido a superar algunas debilidades del territorio y a alcanzar nuevas ventajas competitivas. La presencia de la Usaid ha sido importante. También se ha recibido ayudas de otras agencias de cooperación internacional.
Ahora, cuando desde Washington se anuncia, después de 15 años del Plan Colombia, una segunda fase llamada Paz Colombia, el Departamento tiene que diseñar su agenda Paz Tolima.
En una columna anterior escribí que el Departamento debería diseñar su propia agenda para la paz y el periodo del posacuerdo, muchos dirigentes me expresaron el apoyo a dicha iniciativa, sin embargo la pregunta que siempre quedaba era cuáles serían las fuentes de financiamiento. Con el anuncio de los gobiernos de Colombia y EE.UU. en cabeza de sus presidentes, la sugerencia toma más fuerza y la pregunta se empieza a resolver.
Esta nueva fase debe recuperar el sentido de la propuesta inicial del Plan Colombia, la cual aspiraba a desarrollar las zonas más deprimidas en el país por medio de un plan de inversiones sociales en el campo, que financie un modelo económico viable en la legalidad para las zonas que estuvieron bajo el control de la guerrilla.
Diseñar nuestro Paz Tolima es muy pertinente para el desarrollo del Sur del Departamento, y conociendo las áreas de inversión del Plan Colombia 2.0, expuesto por la subsecretaria de Estado para el hemisferio occidental, Roberta Jacobson, los proyectos deben girar en torno a seguridad, desmovilización y reincorporación; desminado y asistencia a víctimas; y en proveer servicios de salud, educación y justicia.
El anuncio desde los Estados Unidos mantiene el modelo de enfoque territorial, con inversiones focalizadas en proyectos productivos y alineados al Plan Nacional de Desarrollo.
Como es lógico, con el anuncio y la posibilidad de inversión surgen algunos retos que deberán superarse, tal vez el más importante es entender que Paz Colombia es un plan para la paz territorial que debe involucrar a todos los actores presentes en las zonas que han vivido el conflicto y a quienes trabajan por la paz desde lo local.
Otro hecho ocurrido la semana pasada y que se relaciona directamente con la necesidad de un Plan de Paz para el Tolima es el anuncio del Banco Interamericano de Desarrollo BID, dirigido por Luis Alberto Moreno, de participar con inversiones en Colombia destinadas para el periodo del posconflicto. Inversiones ambientales y para el campo, según lo comentado por Moreno, serían el enfoque del BID.
Todo indica que la Paz tendrá recursos de la cooperación internacional, por lo que diseñar una estrategia para acceder a esos recursos también es clave. Así las cosas, el reto es ser proactivos adelantándonos a las exigencias que llegaran más temprano que tarde.
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