Por estos días se hace en todo el Departamento ejercicios de planeación territorial; los alcaldes y sus gobiernos están construyendo los planes municipales de desarrollo, el Gobernador hace lo mismo, y de igual forma Cortolima con su plan de acción institucional. Todos deben plantear sus planes para el periodo 2016 - 2019, se deben articular con otros planes como el plan nacional, el de gestión ambiental, Visión Tolima 2025 y los objetivos del desarrollo sostenible.
Esta tarea no solamente es un requisito de ley, sino que es una de las mejores formas para orientar las oportunidades de crecimiento económico, de buscar mejores condiciones sociales y proteger los recursos naturales.
En primera medida, en todos los escenarios, no se puede desestimar las advertencias que los economistas están lanzando sobre las proyecciones económicas para el país y por ende para los propios territorios. En segunda medida, es claro que las demandas sociales cada día son mayores en términos de disminuir las brechas y las inequidades. Y en tercera, la discusión sobre el uso de los recursos naturales no es de poca monta, como quiera que las presiones sobre el medio ambiente podrían dañar los diferentes equilibrios ecosistemicos.
Con respecto a la dimensión económica, lograr que los municipios mejoren sus ventajas competitivas es uno de los principales retos, la transformación productiva y la reconversión agrícola en muchos de estos sigue siendo una prioridad, la mala hora del sector minero energético obliga a entender que seguir dependiendo mayoritariamente de las actividades extractivas es un error.
De otro lado, en relación con la dimensión social, mejorar la calidad educativa y aumentar la cobertura en los distintos niveles es y siempre será el camino correcto. Desde la educación se debe orientar el mayor número de oportunidades para los niños y jóvenes. Mejorar sus capacidades. Una educación pertinente con la realidad local debe ser la regla principal. Y de la mano con la educación va la salud, un derecho que sigue estando limitado para muchos, un servicio que requiere ser arrebatado de la corrupción, un sistema que necesita una reforma real.
Y con respecto a la dimensión ambiental es una necesidad indiscutible que desde lo local se debe contribuir contrarrestando las causas que dan origen al cambio climático, que potencializan el riesgo y deterioran los ecosistemas estratégicos. No hay duda de que la gestión adecuada del recurso hídrico es una prioridad, los excesos de agua en invierno y las sequías en verano tienen que ser objeto del diseño de la política publica.
Si los planes de desarrollo trabajan en estas tres dimensiones, es muy fácil adoptar estrategias para el desarrollo sostenible para los territorios, como quiera que las interacciones entre estas determinan los mínimos para alcanzar los equilibrios de viabilidad, habitabilidad y equidad.
Finalmente, también es claro que se debe buscar mejorar la gestión institucional con el ánimo de lograr un desarrollo integral que supere las debilidades institucionales que viven los municipios en cuanto a falta de participación y empoderamiento ciudadano.
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