Ayer fue 7 de agosto, fecha de gran significado para Colombia, se celebró la Batalla de Boyacá, inicio de nuestra era republicana. Para este año la fecha coincidió con los anuncios del protocolo para la dejación de armas y cese al fuego dentro de los diálogos de fin y paz con las Farc.
Por primera vez este grupo guerrillero ha aceptado concentrarse, desmovilizarse y desarmarse con verificación internacional. Aunque se requiere de la refrendación, todo parece indicar que el fin del conflicto está cerca. Bueno, todo menos la refrendación.
La fecha también coincidió con la primera encuesta sobre la intención de voto del plebiscito: en esta gana el No en un clima de pesimismo sobre el futuro del acuerdo y en el momento de menos aceptación del Gobierno. Los colombianos no se acaban de convencer de las bondades de dicho acuerdo. Las preguntas que aún nadie hace son: Y si no se refrenda el acuerdo, ¿cuándo se volverá a hacer un acuerdo con las Farc? ¿Cuántos años más tendremos que seguir en guerra?
Ahora bien, el mensaje que envía el pueblo a las Farc es que no tiene su apoyo, que no cree sincera su voluntad de paz.
Hay otra pregunta que no se hace y que parece que se da por sentado que la respuesta es Sí: ¿Desean los colombianos el fin del conflicto? La pregunta tiene una razón de ser cuando se piensa en los costos humanos y de presupuesto. ¿Quiénes van a poner los muertos? ¿Y quién los impuestos para la guerra?
De otro lado, como en todas las elecciones políticas en esta campaña primarán más los sentimientos que la razón, en las campañas por el Sí y el No se está apelando más al discurso de mercadeo que al propio contenido de los acuerdos.
Es muy común escuchar de las personas que votaran sí o no dependiendo de si le quieren pasar una cuenta de cobro al presidente Santos o al senador Uribe. En una reunión alguien me dijo que votará No porque votar Sí es apoyar a Santos. Otra persona me dijo que votaría Sí porque votar No es apoyar a Uribe. A los dos les pregunté si ya habían leído los acuerdos y los dos me contestaron que no. Me quedó claro que las personas están tomando partido sin ni siquiera conocer el fondo del asunto.
Hablando con otras personas me dijeron que votarían No porque no creían en la justicia y que los delitos de los guerrilleros iban a quedar en la impunidad. Les pregunté si conocían el acuerdo de justicia transicional y me respondieron que no. Al igual que en el ejemplo, anterior estas personas están tomando partido sin conocer lo acordado.
Los dos ejemplos anteriores dan cuenta de que estamos llegando a uno de los momentos históricos más importantes de la historia republicana de Colombia, terminar un conflicto de más de cincuenta años, en una absoluta minoría de edad ciudadana.
Para superar esto es necesario, antes que discursos, que terminan abucheados, se requiere de pedagogía, mucha pedagogía.
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