Con la firma del acuerdo de fin del conflicto nace una esperanza para Colombia, la esperanza de vivir en una nación en la cual los colombianos podamos vivir en paz, y aunque todos sabemos que la paz no llegará de la noche a la mañana, entendemos que finalizar el conflicto armado interno es una condición necesaria para lograrlo.
Sin conflicto armado interno los recursos destinados a la guerra deberán reorientarse a otros campos de inversión. Los dineros usados en armas y municiones, en logística para la guerra, podrán ser utilizados para invertir en lo social y en obras para el desarrollo económico.
Sin conflicto armado interno las Fuerzas Militares podrán concentrarse en combatir las bandas criminales, el narcotráfico, y todos aquellos grupos que reten al Estado y a la Nación.
Sin conflicto armado terminará la pérdida de capital humano, los hijos de miles de familias no morirán en los campos de Colombia, ni saldrán mutilados. Los jóvenes podrán dedicarse a cultivar sus capacidades, sus talentos. Tendrá que acabarse la cruda realidad de miles de jóvenes que la única opción para salir de la pobreza es ir a empuñar un arma.
Sin conflicto armado habrá progreso social y económico, la variable de seguridad, aquella expresada como necesaria, ya no tendrá su razón de ser porque la inseguridad originada por la guerra acabará. Se acabarán los secuestros y las extorsiones.
Sin conflicto armado interno deberá fortalecerse la democracia de Colombia, la participación ciudadana, el empoderamiento de la gente. A partir de ahora los fenómenos de corrupción y constreñimiento ligados al conflicto terminarán.
Y aun así, con todo lo que implica finalizar el conflicto, ¿existen en Colombia personas que quieren seguir en la guerra?
Por supuesto que sí. Para unos pocos la guerra es un negocio, viven de ella, del sacrifico de vidas humanas. Y para ser justos, ese es un fenómeno internacional, en donde la economía de la guerra busca nichos para crecer. Acabemos ese negocio.
La esperanza de una Colombia sin conflicto armado interno es cierta, nace con el acuerdo firmado en La Habana, se revalida votando Sí en el plebiscito del 2 de Octubre. Si aún no lo ha leído, léalo.
La cita democrática del plebiscito es una refrendación no solo a los acuerdos, es un voto por el futuro de nuestros hijos, por el derecho que ellos tienen de vivir en paz, un derecho que nuestra generación no tuvo en la infancia, ni en la juventud.
Votar Sí el plebiscito por la paz es apostarle a dejar atrás décadas de violencia, es dejar atrás los rencores y los odios, es pensar en el futuro de los compatriotas que no tienen la opción de vivir una vida digna en el campo, que sufren de manera directa el conflicto armado.
Votar Sí el plebiscito por la paz es vivir la esperanza, es creer en nosotros, es empoderarnos de nuestro futuro, es dar el primer paso en un nuevo país, una Colombia en paz.
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