Un proceso fortalecido

Rodrigo López Oviedo

La derecha venezolana ha sido de lo más particular que se haya conocido. Actuando contra esa lógica que aconseja defender a ultranza los intereses nacionales, no ha tenido ningún reato para ponerse del lado del imperialismo, al cual ha ofrecido retornarle antiguas ventajas, como la de la explotación petrolera, a cambio de acciones concretas para derrocar a Maduro.
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Para las elecciones del pasado domingo, esa derecha desaprovechó la sorprendente oferta de renunciar que le hiciera el Presidente Maduro si ella obtenía la mayoría. Lo de esperar hubiera sido que orientara a sus seguidores a que se volcasen a las urnas en respaldo de los muchos candidatos de sus toldas, así hubieran desacatado la orden de abstención que les diera ante el anuncio del imperio de no reconocerlas por un supuesto fraude que se presentaría en ellas.  El no haberlo hecho evidenció las falencias tácticas de que padece.

En las elecciones de ayer, la participación ciudadana fue la previsible. Dado el Covid-19, los efectos del bloqueo, las sanciones del imperio y los llamados de la derecha a no participar, propalados de manera incansable por los medios, resultaba lógica la abstención que se presentó; abstención que, dicho sea de paso, no guarda muchas diferencias con la nuestra, que ha oscilado entre el 50 y el 56 por ciento, agravada por el gran número de votos nulos y tarjetones no marcados que, según nuestras reglas, son tenidos por votos válidos. En la elección de nuestro actual Congreso, los votos nulos fueron 2 millones 700 mil y los tarjetones no marcados un millón 300 mil.

Estas son manchas de nuestro proceso electoral que no se presentan en el de Venezuela, dado su carácter computarizado.

El gran vencedor en estas elecciones fue el pueblo venezolano, que verá reforzar su proceso revolucionario con los aportes de esta Asamblea Nacional, que está llamada a convertirse en su nuevo bastión de lucha, al tiempo que dejó a Guaidó sin su ridícula banda de “presidente interino” y a los Leopoldos, Ramos Allup, Borges y Corinas, entre otros, buscando con los nuevos inquilinos de la Casa Blanca mejores estrategias para derrocar a Maduro, ya que ninguna de las que han utilizado les ha dado los frutos esperados.

Nicolás Maduro, pese al desgaste económico y a las sanciones a que ha sido sometido, ha perseverado en mantener vigentes las políticas sociales, entre ellas las de soluciones habitacionales, cuyas entregas ya ascienden a tres millones trescientas mil viviendas. Tales logros, y no fraude alguno ni dictadura inexistente, son los que le han dado confianza al pueblo para seguir defendiendo su proceso revolucionario y hacer inane todo intento de destruirlo.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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