Un pelo en la sopa de los BRICS

Rodrigo López Oviedo

Tal como lo esperaban las mentes más progresistas del planeta, durante los días 22, 23 y 24 de octubre, en la antiquísima ciudad rusa de Kazán, se celebró la XVI Cumbre del bloque de países BRICS-PLUS.
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En efecto, todos los deseos del mundo democrático estaban puestos en que esta plataforma de países pudiera continuar alimentando su propósito de desarrollar un nuevo sistema financiero mundial, capaz de liberar al sur global de las tiranías del dólar, del FMI y del Banco Mundial; de abrir campo a las monedas nacionales en las transacciones internacionales y de robustecer el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS-PLUS, ya existente. Así ocurrió, como también el rechazo a las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea, impuestas a los países que no comulgan con sus intereses; el repudio a las guerras de agresión imperialista, y el llamado a la solución pacífica y sin injerencias externas de todos los conflictos internacionales.  

Es de anotar que esta Cumbre aprobó la incorporación de 13 nuevos países, incluidos Cuba y Bolivia. Así son ya 22 sus miembros, lo cual extiende la cobertura poblacional de esta plataforma a casi el 60 por ciento de los habitantes del planeta y su poder energético al 47 por ciento de la producción mundial. 

Pero como no puede faltar el pelo en la sopa, este papel lo jugó, ¡quién lo creyera!, Luiz Inácio Lula da Silva, un hombre salido de la entraña popular, que goza del reconocimiento como uno de los máximos líderes de Latinoamérica y el mejor estadista brasileño de la historia al lograr solucionar ingentes problemas de la población y sacar a millones de compatriotas de la extrema pobreza. 

Olvidando tal pasado, Lula Da Silva se atravesó a las peticiones de admisión de Venezuela y Nicaragua en el BRICS-PLUS con argumentos que desdibujan lo que ha sido: uno de los dirigentes más lúcidos del continente. Lula olvidó la superlativa solidaridad que Venezuela les brindó a él, cuando cayó preso, y a Dilma Rousseff, cuando fue destituida mediante un montaje judicial. Sin embargo, lo más rechazable es verlo del lado de las políticas injerencistas desarrolladas por el imperio contra nuestros pueblos, y más aún contra Venezuela que, de haber llegado a los BRICS-PLUS, podría sobreponerse a sus sanciones y acelerar el proceso de recuperación económica en que está desde hace cuatro años.    

Lula parece que se está deslizando hacia posiciones contrarias al interés de nuestros pueblos. No sería la primera vez en ello ocurrir, pero sí la más dolorosa. A pesar de ello, que ojalá rectifique, para que nuestros pueblos, en su generosidad infinita, lo puedan perdonar.

Rodrigo López Oviedo

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