Colombia ante Trump

Rodrigo López Oviedo

Ganó Trump, y la suerte quedó echada.
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También lo estaría si hubiera ganado Kamala Harris, pero, según algunos entendidos, a Colombia le puede ir mejor con el republicano, un hombre cuyo triunfo radica no solo en haber llegado de manera aplastante a la presidencia, sino también con mayorías a la Cámara y el Senado.

Algunos pensarán que decir esto es una herejía, que demócratas y republicanos son la misma cosa y que, además, el gobierno colombiano ha tendido a relacionarse más con los congresistas de ambos partidos que con el presidente mismo.

Pueden tener razón; pero lo cierto es que, de acuerdo con los discursos del ganador, lo que vendrá de su parte será una preocupación menos relevante por la política internacional, lo cual nos sería conveniente, sobre todo si miramos las consecuencias de las presiones que tradicionalmente recibimos de Washington, especialmente las relacionadas con el Plan Colombia, ante las cuales los anteriores gobiernos respondieron con los horrorosos crímenes de Estado que el mundo conoce como falsos positivos.

Sería bueno ver cómo se aprovecha esta coyuntura en beneficio de nuestra precaria soberanía. Nuestro gobierno, en primer lugar, debe comenzar por exigir el retiro de las bases militares gringas que pueblan nuestro territorio, como lo hizo y lo logró Rafael Correa en el Ecuador. En segundo lugar, debe asumir la política antidrogas con plena independencia, como ya lo viene haciendo, sin depender de los dólares de ese país, siempre acompañados de coacciones, con las cuales socaba nuestra autónoma. Y, en tercer lugar, debe poner un empeño muy especial en recuperar el espacio productivo y comercial que se ha perdido por cuenta de un Tratado de Libre Comercio que nos tiene, entre otras consecuencias, importando más de ocho millones de toneladas de alimentos, de los cuales antes éramos autosuficientes.

Comprendemos, sin embargo, que, dadas las condiciones existentes en nuestro país, Gustavo Petro tienda a mantener relegadas a un segundo puesto las anteriores reivindicaciones. Con todo y lo importante que ellas son, fueron otras las que ganaron puesto prioritario en el ideario programático que dio origen al Pacto Histórico y que sirvieron de base a sus alianzas con otras fuerzas partidarias y sociales.

Pero esto no puede ser obstáculo para desear que no se las olvide. Al fin de cuentas, la principal reivindicación estratégica que tiene nuestro pueblo es la de conquistar su segunda y definitiva independencia, y ante ella no bastan los discursos que emanan de todas las tribunas y con las cuales se inflama el sentimiento patrio. No podemos desaprovechar que contamos con un gobierno progresista para impulsar acciones y conquistar peldaños que nos acerquen a tan anhelada concreción.

Rodrigo López Oviedo

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