El exsenador Carlos García y su hijo recientemente electo Representante por Centro Democrático muestran que en sus ideas priman los odios y malos sentimientos, además poco creativos, siempre encaminados a destruir, a desunir, a fracturar. Por la entrada se avizora cómo será su salida e imagino desde ya su desempeño como congresista.
Pero tomo el tema como oportunidad para que los ciudadanos en general tengan mayor información sobre este derecho político.
La revocatoria del mandato de un alcalde o gobernador, además de un derecho político, es un ejercicio de control social dado a los ciudadanos por la Constitución y las leyes reglamentarias correspondientes; es un mecanismo de participación ciudadana en que los electores imponen al elegido, el cumplimiento del programa de gobierno con el cual se inscribió el candidato correspondiente. Es lo que se denomina voto programático.
Para la de nuestro alcalde, desde el punto de vista legal, tendría que invocarse dos razones: el incumplimiento del programa de gobierno incorporado en el Plan de Desarrollo Municipal y la insatisfacción general de la población con el gobierno de Luis H.
Pero, en cuanto a lo primero, no veo que Luis H. incumpla su programa de gobierno ni su plan de desarrollo en sus programas, objetivos y metas. No están cumplidas todas las metas, pero están en desarrollo y aún queda tiempo para avanzar en su logro.
Con respecto a la “insatisfacción de la ciudadana” con el mandato de Luis H., con motivo de la anunciada revocatoria propuesta por los García, se ha escuchado múltiples voces de apoyo al desempeño del alcalde. Pocas han sido las voces de inconformidad.
Todo esto da para decir, que no están dadas las condiciones para ella Luis H, y que las acciones que se realicen para adelantar este proceso causan grave daño a la ciudad. Porque se distrae la atención de la administración municipal hacia objetivos no programados y esto retarda el cumplimiento de las metas del plan de desarrollo municipal para el cuatrienio 2012-15. Entonces, la propuesta de los García produce daño a la ciudad, pero por supuesto que no se podría esperar otra cosa, cuando realmente no se siente en sus venas ni un ápice de amor por Ibagué.
Si es tal la preocupación, por qué no fortalecen con sus propuestas y contribuyen al alcance de las metas, conviértanse en aliados del municipio, depongan los odios y no nos vengan a afectar. Hagan uso de brillantes ideas y de buenas prácticas conocidas en otros países para que aquí se retomen.
Según de la Registraduría Nacional del Estado Civil, de 1996 a 2010, se habían solicitado 80 revocatorias, fueron votadas 37 pero ninguna logró la votación requerida. Entonces surge el interrogante: ¿Cuál es el real propósito de esta propuesta de revocatoria? ¿A quién o quiénes favorece? ¿De dónde saldrá la financiación de recolección de firmas y otras actividades bastante costosas que permitan el desarrollo de la propuesta?
Si no pueden hacer bien, tal como ya lo había advertido en otra columna del año anterior, señores García, no nos hagan daño, no necesitamos individuos que nos resten.
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