La divulgación de cuatro estudios sobre temas educativos, divulgados recientemente, generan expectativas en el Gobierno nacional y en la población colombiana, en torno al futuro inmediato de la educación, por lo menos durante el nuevo cuatrienio del mandato del presidente Santos, que ya comenzó.
El estudio de la Fundación Compartir, titulado ‘Tras la excelencia docente’, hace propuestas de transformación de la calidad de los docentes sobre seis ejes temáticos. Revela que en Colombia se contrata docentes con menos de cuatro años de educación superior, correspondiendo así al 32.61 por ciento para primaria en el estatuto 2277 y al 36.54 por ciento para el nuevo estatuto 1278.
De 80 universidades que ofrecen 376 programas profesionales de formación docente, sólo 14 están acreditadas, es decir, el 18 por ciento de ellas.
En los resultados de los programas de formación docente se demuestra que en tres de cuatro programas de éstos, los resultados de las pruebas Saber Pro 2012 son bajos, en relación con otros. Todo esto, sumado a otros índices, ha conllevado a la creciente exigencia de acreditación de programas de educación superior, es decir que cumpla con requisitos de calidad y que irán sustituyendo paulatinamente la cobertura.
El estudio precisa que el docente es “esencial para dar el gran salto hacia la calidad” y se cumplirá en torno de la formación inicial, la selección, la evaluación para el mejoramiento continuo, la retención y promoción, la formación en servicio, la remuneración y el reconocimiento.
El segundo estudio al que me quiero referir se denomina ‘Profesores excelentes: Cómo mejorar el aprendizaje en América Latina y el Caribe’. De la autoría de Bruns y Duque, del Banco Mundial. En este se registra la baja calidad promedio de los profesores en esta parte del mundo, las prácticas ineficaces en las aulas, la reducción de la población en edad escolar que crea la oportunidad de elevar la calidad docente.
Dicho estudio demuestra que a excepción de Cuba, ningún cuerpo docente puede ser considerado de alta calidad en comparación con parámetros mundiales, a pesar de que en los más recientes diez años se ha procurado la mejora de los docentes. El único país que ha venido avanzando de manera significativa es Chile. Coincide con otros que afirman la importancia de “reclutar, desarrollar y motivar mejores profesores”. Según éste, los países del Cono Sur tendrán mayores posibilidades dada la disminución de cobertura, mientras que Centroamérica se enfrentará a un verdadero reto, teniendo en cuenta que durante los diez años siguientes se requerirá de mayor número de docentes.
El tercer estudio, llamado ‘Nuevos lineamientos de calidad para los programas de formación inicial de educadores’, tiene grandes similitudes con los anteriores, y precisa la necesidad de elevar y potenciar la formación docente, sumándose a la política mundial de contar mínimo con maestría.
Finalmente, el ‘Acuerdo por lo superior 2034, propuesta de política pública para la excelencia de la Educación Superior en Colombia en el escenario de la paz’, del Consejo de Educación Superior, Cesu, hace un diagnóstico sobre este nivel educativo en el país y plantea propuestas en torno de diez temas.
Esperamos que el Gobierno logre poner en marcha una verdadera política en búsqueda de mejores niveles educativos, sin perder de vista inclusión, equidad, pertinencia y desarrollo de los lugares más apartados y vulnerados, con los que se tiene deuda histórica en cuanto al derecho a la educación de calidad.
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