El cierre de la Clínica Minerva de Ibagué es una verdadera tragedia sobre la cual nuestra mentecana clase dirigente ni se ha percatado. Es asombroso observar como pese al anuncio de cierre de la el silencio ronda entre el Gobierno departamental, el Gobierno municipal, los órganos de control político como Asamblea y Concejo, las instituciones de vigilancia y control, y sobre aquellas que tienen que velar por los derechos ciudadanos como Defensoría del Pueblo, Personería o Procuraduría. Que derecho más importante que el de la salud por Dios. Más allá de que sea una institución privada, de muchos años de tradición, lo relevante es que se queda la ciudad con menos camas disponibles para su servicio médico, escasas urgencias disponibles, menos especialistas y un menguado personal de médicos y de enfermeras. El perder una más de las instituciones es desastroso para la ciudad y habla mal de nosotros mismos. Ante esos permanentes cierres que se vienen anunciando de ésta y otros clínicas, la crisis del hospital Federico Lleras Acosta, la siempre colamitosa situación del Hospital San Francisco y de la USI, que la única respuesta de nuestros dirigentes públicos y políticos sea el silencio demuestra verdaderamente de lo que están rellenos. En otras partes, con otra clase política y administrativa e incluso gremial -no nos digamos mentiras-, se habría convocado ya una gran movilización ciudadana, interinstitucional, gremial, para exigir al Gobierno nacional y todas sus instancias una respuesta inmediata para evitar que más hospitales y clínicas se cierren en Ibagué. Que se pusiera como prioridad en la agenda de inversión para la región unos apoyos financieros, presupuestales, logísticos, planes especiales para garantizar que el servicio se preste de manera amplia, rápida, adecuada, pertinente a los ibaguereños; o es que no han visto, conocido o les ha tocado todo un paseo para saber dónde los atenderán de urgencias, buscar una cita con especialistas o una atención especializada o vital. Eso es un calvario en Ibagué. Ya sé que la respuesta cómoda, medio tonta, mediocre y la de siempre si le preguntamos a los candidatos a la Gobernación o la Alcaldía será que el problema es del sistema de salud, de su fórmula, estructura y bla bla y bla, que es un tema nacional y no sé qué más majaderías de mentes flojas y fofas que están pensando en contratos, obra física, porcentajes; pero no nos crean tontos, con esas respuestas demuestran lo “minions” que son, revelan lo que realmente les importa la salud y la vida de los ibaguereños. Otros, quienes sí fueran líderes y prohombres de verdad, habrían reclamado la presencia del Gobierno nacional, foros especializados -enfocados al caso particular ibaguereño- pactos ciudadanos y demás. Mostrarían públicamente el diagnóstico o estudio sobre los servicios de salud de Ibagué, posibles soluciones o alternativas. Por una sencilla razón, porque la gestión, la creatividad, el liderazgo positivo, la exigencia pública a los responsables, el estudio de los temas, la comparación universal, la búsqueda de alternativas a través de casos similares en el mundo no requiere sino ganas, compromiso, creatividad y talento.
Ojalá en un caso de importancia vital como el del servicio de salud nuestros dirigentes actuales y los candidatos dejaran de ser palabreros, culebreros, gritones, generar falsa imagen de trabajadores y se pusieran al corte de un tema tan transcendental como estos. Esperemos para ver. Los milagros existen y Dios no se ha muerto.
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