Pasada en buena media de la reacción de la emergencia por el terrible incendio presentado sobre la calle 19 entre carreras Quinta y Cuarta de Ibagué, las voces solidarias, las campañas, las ayudas institucionales, el empujón en ventas a los comerciantes afectados, los shows mediáticos y la sobreexplotación de la tragedia por todas partes para sacar likes generar seguidores y fortalecer imagen de “gestión” pública, la ciudad debe iniciar una seria discusión sobre sus bomberos oficiales y demás organismos de socorro. La cual toma mayor relevancia, ahora que entró la temporada de fuertes lluvias y el invierno, que ayer dio su primera muestra con inundaciones varias en la capital tolimense.
Está más que estudiado que el dolor ajeno, la tragedia, el llanto y el sufrimiento, entre muchos otros, son sentimientos que activan los instintos más básicos de la especie humana. Su parte más animal y hasta morbosa, lo más “chismosa” en nuestro caso. De esas sensaciones elementales sacan ventaja varios en un grupo social para pavonearse como salvadores o necesarios para salir de la calamidad que viven los demás o simplemente para mantener un algo de control, alimentando bajos instintos.
Casi todos los que hacemos opinión pública y hablamos de la agenda mediática, nos hemos referido a la situación política, electoral y de violación de derechos humanos de Venezuela arreciada desde el pasado 28 de julio, cuando el hoy dictador Nicolás Maduro, perdió abrumadoramente frente a Edmundo González el candidato de la oposición.
Casi todos los que hacemos opinión pública y hablamos de la agenda mediática, nos hemos referido a la situación política, electoral y de violación de derechos humanos de Venezuela arreciada desde el pasado 28 de julio, cuando el hoy dictador Nicolás Maduro, perdió abrumadoramente frente a Edmundo González el candidato de la oposición.
Creo que los latinoamericanos, con el triunfo de Edmundo González y María Corina Machado en Venezuela -reconocido oficialmente o no por el CNA del régimen madurista, que seguramente no será así-, asistimos sin duda a un hecho excepcional en la política, lo electoral, sus formas, sus maneras, en cómo se hace, el papel de las redes, la importancia de las formas y de los mensajes, de la semiótica y la semántica para convencer a los ciudadanos venezolanos.
A lo que asistimos ayer en vivo y en directo los colombianos a través de la televisión y redes sociales, al instalarse las nuevas sesiones del Congreso de Colombia por parte del presidente Gustavo Petro, precisamente en el Día de la Independencia nacional, es la muestra clara de la decadencia política y el ramplón “liderazgo” democrático en que está sumido el país.
Con el atentado que sufrió el ex presidente y hoy candidato presidencial Donald Trump en un acto de campaña en Pensilvania, prácticamente aseguró la presidencia de los EEUU. Si antes la ventaja era evidente, no por aciertos propios, si no por los errores permanentes del errático y enceguecido presidente Biden, quien no ha logrado consolidar su liderazgo ni credibilidad; pues entonces las puertas de la Casa Blanca parecen haberse abierto de par en par para el candidato republicano.
No es un colombiano el que hasta ahora mejor ha definido lo que la mayoría hemos visto de esta Selección Colombia de fútbol de mayores, sino curiosamente un argentino, ex futbolista y hoy entrenador de la selección Uruguay -nuestro próximo rival-, el destacado Marcelo Bielsa.