Pequeñas fisuras que afectan al patrón

En los últimos días han aflorado dos pequeños síntomas que demuestran que el todopoderoso imperio está atravesando unas crisis que ya comienzan a filtrarse a la prensa y a materializarse en decisiones impensables años atrás.

El llamado que el presidente Obama realizó a las fuerzas políticas y gremiales de la Unión, es un mensaje sobre el aumento de la deuda externa de los Estados Unidos que llegó en mayo a la exorbitante suma de 14.29 billones de dólares y que parece va a afectar el cumplimiento de los pagos, lo cual generará una crisis económica de grandes proporciones, que el Presidente trata de evitar con un acuerdo supranacional que incluye severos recortes presupuestales. 

 

El descenso del Atlantis el pasado jueves, es otro síntoma de que algo está fallando en el Estado  paradigma del capitalismo. El orgullo y la prepotencia norteamericana ha tenido que ceder el liderazgo en los programas espaciales y aceptar que su proyecto bandera de los transbordadores debe ser descontinuado, acabando así con una historia de treinta años de avances y fracasos en la conquista del espacio.

 

Ahora tendrá que depender de los rusos y sus Soyuz para visitar la Estación Espacial Internacional y, modestamente, renunciar por lo menos durante los próximos diez años, a enviar naves tripuladas a la luna, como pensaba hacerlo.  Por más de treinta años el proyecto de transbordadores le costó a los norteamericanos algo más de 196 mil millones de dólares y la vida de 14 astronautas fallecidos por accidentes del Challenger y el Columbia.

 

Además del estruendoso fracaso que significó el no poder convertir la estación en un lugar turístico, pues sólo han viajado seis potentados económicos, cuando se pretendía que los vuelos anuales fueran más de cincuenta con estas misiones. La NASA ha reconocido que fue un error el programa de los transbordadores, algo inusitado en la pragmática sociedad norteamericana.

 

Igualmente acepta que por lo menos siete mil empleos se perderán, porque la empresa privada que será contratada para la construcción de una nueva nave, sólo requerirá de mil quinientos trabajadores. Esta reingeniería, si bien obedece a una concepción típicamente neoliberal, es también una forma de justificar el fracaso de la institución que se consideraba la líder del conocimiento, la técnica y la ciencia en el mundo.

 

La historia nos ha enseñado que los imperios se destruyen a partir de la acumulación de sus propios conflictos internos y que, previamente muestran una serie de fisuras que los investigadores sociales logran avizorar. Por ahora son sólo dos, pero tendremos la paciencia suficiente para esperar que la misma cuenta regresiva que se le aplicaba a los transbordadores, esté corriendo también para el patrón.

(*) Profesor Asociado UT lcelemin@ut.edu.co

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN (*)

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