En el campo de la política de relaciones internacionales, así como en el de la seguridad y defensa, es claro que los países y sus Estados deben actuar en función de defender los intereses nacionales; pero igualmente debe ser claro que la definición de éstos, en una democracia, debe ser producto de grandes acuerdos nacionales.
En la medida en que se acercan los debates electorales del 2014 las fuerzas y líderes políticos comienzan los tradicionales esfuerzos de reacomodo estratégico y electoral, buscando con ello más que consolidar opciones políticas de mediano plazo, resultados numéricos de oportunidad. Esa es la tradición colombiana de los últimos decenios.
Ya parece que el paro nacional agrario comienza una vía de su solución, aunque todavía no ha concluido, pero igual siguen las demandas estudiantiles por una nueva Ley de Educación Superior, los mineros pequeños que esperan una regulación y respeto de su actividad y otras demandas sociales.
En la medida en que avanzan de manera positiva las conversaciones de La Habana, a pesar de ciertas voces pesimistas que pretenden predecir catástrofes, los colombianos, como lo hicieron los Gobernadores esta semana en Medellín, debemos empezar a analizar y prepararnos para la terminación del conflicto armado y para la implementación de los acuerdos a que se llegue.
Durante la reunión anual de la Asociación Brasilera de Estudios de la Defensa, tuve la oportunidad de presentarles a los colegas mi visión académica de los cambios posibles que la solución concertada del conflicto armado colombiano conllevaría para la seguridad de la región suramericana.
Vale la pena sacar el caso del paro campesino del Catatumbo de lo coyuntural y situarlo en una perspectiva más amplia que tiene mucho que ver con la estructuración de nuestro Estado-Nación, que históricamente ha sido marcado por una conflictiva relación entre región-nación.
Ya lleva más de una semana la protesta campesina en la región del Catatumbo –campesinos de doce municipios se han sumado a la misma- y las demandas sociales no se diferencian a las de muchas regiones del país: carencia de servicios públicos básicos, problemas de alternativas productivas rentables –que es una de las razones para la presencia de cultivos de uso ilícito-.
Esta semana que terminó se cumplieron 60 años del golpe militar de las Fuerzas Armadas colombianas, encabezadas por el General Gustavo Rojas Pinilla, contra el gobierno conservador de Laureano Gómez; el único golpe militar durante el Siglo XX, del 13 de Junio de 1953.