La magnitud de la situación ha llevado a la comisión nacional de seguridad y convivencia en el fútbol, a contemplar medidas extremas como la suspensión del campeonato. Y es que la violencia en los estadios y en sus alrededores, por cuenta de las actuaciones desproporcionadas de los barristas, ha ido in crescendo en los últimos meses, sin que se encuentren medidas efectivas para contrarrestar estos hechos.
En las últimas semanas se han presentado incidentes delicados. En el estadio Manuel Murillo Toro de Ibagué, un seguidor del Deportes Tolima fue agredido con arma por un fanático del Deportivo Cali. En Barranquilla, hinchas del Junior vandalizaron los carros de los jugadores del equipo local. En Cali, Win Sports debió suspender la transmisión del partido Cali y La Equidad, después de que enfurecidos aficionados atacaron su unidad móvil. Esto indica que todos los participantes (jugadores, espectadores, periodistas) corren peligro.
Después de los disturbios, hubo pronunciamientos de rechazo por parte del Ministerio del Deporte, el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, y el presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo. Muchos ciudadanos y dirigentes cuestionaron la capacidad de la fuerza pública para controlar los desmanes, la falta de refuerzos y el escaso control en el ingreso a las tribunas, ya que muchos de los hinchas que se enfrentaron portaban armas blancas.
Se espera que la Comisión Disciplinaria de la Dimayor imponga multas a los equipos y se llegue a suspender la plaza, pero es necesario que los hinchas causantes de las agresiones y los disturbios sean sancionados y se les impida el ingreso a los estadios. Con la ayuda de los videos que circulan por las redes sociales, será posible la identificación de los agresores, de forma que puedan ser detenidos y se les lleve a juicio para que respondan por sus delitos.
El fútbol es un espectáculo que atrae multitudes. Muchas familias quisieran asistir a los estadios, pero esta violencia insensata los aleja. Hay que implementar estrategias para evitar que cada partido deba ser manejado como un problema de orden público y traiga inseguridad a las ciudades sedes de los partidos. Es hora de que las autoridades, los dirigentes, los equipos y los mismos hinchas encuentren una solución.
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