“Como socorrista, recorrió a pie la Cordillera de Los Andes durante 40 años. Como montañista, encontró a 8.000 metros el espacio que necesitaba su espíritu libre”, así es la dedicatoria que reza el libro escrito hacia uno de los ibaguereños que dejó en lo más alto a Colombia, Manolo Barrios.

A inicios del nuevo milenio muchos veíamos en la televisión ese comercial de Manantial, en el cual mostraban con orgullo a los colombianos que subirían por primera vez el Monte Everest, y entre ellos, el nombre Manuel Arturo Barrios Prieto, conocido como 'Manolo'.

Estaba todavía en el colegio y me sentía orgulloso de ver que un tolimense hacía parte de la Expedición Everest, la primera vez que sería puesta la bandera de Colombia en la cordillera del Himalaya, en Nepal.

En el 2001, este ibaguereño nacido el 26 de septiembre de 1956 en un hogar conformado por sus padres y siete hermanos, lograba lo que ningún otro colombiano había podido, ascender la cumbre más alta del mundo, a 8848 metros sobre el nivel del mar.

Años después, ya en el periódico EL NUEVO DÍA, lo conocí en la Tienda Flo, en el barrio Pueblo Nuevo, hablaba con su amiga Flor Alba quien me lo presentó y entre charlas lo cité para una entrevista y me contara más acerca de su historia.

Me recibió con toda amabilidad en su apartamento en Piedrapintada, aunque por momentos olvidaba ciertas cosas, su esposa Evoly le ayudaba a recordar lo grande que fue en la historia de los colombianos.

'Manolo' sacó una camiseta en la que estaban estampadas las siete cumbres que conquistó durante su vida como alpinista; la primera de ellas fue el Aconcagua en 1985.

Esa pasión por la montaña lo llevó a querer estar en lo más alto del mundo y por ello en 1991 ascendió al Denali, 10 años después al Everest y al otro año al Kilimanjaro. En 2003 ascendió el Elbrus y en 2012 y 2016 las cumbres Cinson y Cartensz.

Pocos en el mundo han logrado esta hazaña de estar en los picos más altos del mundo, pero mucho menos lo que él hizo, caminar Los Andes.

Pero también recordó cuando ingresó a la Cruz Roja, apenas tenía 14 años e Ibagué recibía los Juegos Nacionales de 1970. Allí aprendió técnicas de salvamento, rescate y primeros auxilios.

Cuenta en su libro 'Manolo Adentro' que, “ingresó a salvar vidas sin saber que, en realidad salvaba la suya', pues todo lo aprendido le sirvió para sobrevivir a las bajas temperaturas, no sólo de las siete cumbres.

Como voluntario conoció los secretos del Nevado del Tolima, pues era uno de los primeros que se enlistaba para ir a rescatar personas que ascendían y se perdían en los 5276 metros que tiene el guardián de los ibaguereños, la casa de Ibanasca.

Ese día me enseñó los cuadros que tiene colgados en una pared de su apartamento, recortes de periódicos enmarcados y fotografías en las cumbres, además de una en la que se le ve salvando la vida de un niño.

Porque 'Manolo' también estuvo en el rescate de las víctimas de la mayor tragedia natural de Colombia, la Avalancha de Armero y también apoyó durante el recordado incendio del Almacén Ley en el centro de Ibagué en la madrugada del 25 de febrero de 1978.

También me enseñó las condecoraciones que recibió y entre ellas un medallón de la ONU, el cual le fue otorgado por su ascenso al Everest y por la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas.

'Manolo' siempre será recordado por estar siempre en lo más alto del mundo, por ser ese tolimense que llenó de orgullo a una nación, ese ibaguereño criado en las montañas ibaguereñas, que creció en una finca para siempre dar lo mejor de sí a las personas.