Sus familiares aguardaron al menos 23 días para tenerlo nuevamente en su hogar, pues luego del procedimiento estuvo 14 días en una Unidad de Cuidados Intensivos donde se recuperó de manera satisfactoria y, al fin, el pasado viernes se despidió de los enfermeros que lo atendieron.

Entre lágrimas agradeció a quienes lo despidieron, incluso el gerente del primer centro asistencial del Departamento, Luis Eduardo González Cano, le envió sus mejores energías por medio de una videollamada.

"Me alegra mucho que salga bien, lo que pasa es que me tocó ir para la Gobernación; desearle que esté muy bien, que se recupere", fueron algunas de las palabras con las que González Cano se despidió y, que por supuesto respondió Hernando con amabilidad. 

Y al caer la tarde, uno de los enfermeros lo llevó en una silla de ruedas hasta la entrada del edificio donde Urrea habló acerca de su experiencia, dejó un mensaje a la ciudadanía, pues ahora muchos podrán salvar sus vidas en este hospital que se equipó con los elementos necesarios para realizar una intervención de cuarto nivel.

"Gracias a Dios. Estoy muy contento. Han estado muy pendientes los doctores, las enfermeras, salí bien. Que la comunidad sepa que hay un hospital bueno, que pueden operar a corazón abierto y quedé bien.

"A todos los médicos, al Federico Lleras, quienes estuvieron pendientes de mí en el momento en que necesité que me dieran la mano, sin un peso ni nada", indicó Urrea.

Su hija Johana, quien junto con otros familiares lo acompañaron en este día especial, se mostró dichosa, pues podrá compartir más momentos con su progenitor.

"Una felicidad grande saber que vamos a volver a tener a mi papá muchos años más. Confiando en la voluntad de Dios que comparta con sus nietos, sus hijos, su esposa. Una maravilla que Dios lo deja un tiempito más.

Por supuesto, también agradeció por los esfuerzos del hospital Federico Lleras Acosta que desde ahora cuenta con este tipo de intervenciones quirúrgicas, pues de lo contrario su padre, en el pero de los casos, podría haber ingresado a las estadísticas, como las de 2022 cuando al menos 186 personas por cada cien mil habitante perdieron la vida debido a enfermedades isquémicas del corazón.  

"Al principio decían que tenían que trasladarlo a otra ciudad porque acá no había esa clase de cirugías, luego sentimos tranquilidad al saber que sí la podían hacer, porque para uno trasladarse a otra ciudad necesita apoyo económico; por eso, gracias al hacer posible esta cirugía, a los médicos, a los administrativos que pusieron un granito de arena para que fuera un éxito, felices con los resultados", agregó Johana Urrea.