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Sabemos que no ha sido una temporada grata y que hay motivos para ser pesimista, razón por la cual ahora es momento oportuno para aplicarle ecología a nuestra mente y a nuestras palabras. Aquí es bueno precisar que se habla de ecología por lo general relacionándola con el ambiente y su definición dice que es parte de la biología que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con el medio en el que viven.
Relacionando la ecología con la persona hoy encontramos una innovadora corriente de pensamiento que habla de la “Ecología mental”, que trata de la necesidad de dar atención especial a la mente, todo un proceso para depurarla y darle fortaleza y equilibrio a nuestra vida. Es algo así como sacar “las malas hierbas” para que florezca una mejor calidad de relaciones consigo mismo y con los demás y podamos sentirnos mejor y lograr paz interior, aún en medio de circunstancias difíciles.
Lo que diferencia a la ecología mental de otras filosofías de vida es que con ella no solo se busca el bienestar individual, nos recuerda que formamos parte de un ecosistema sociocultural de pensamientos y emociones compartidas y conectadas. La ecología mental propende por quitarnos de la mente elementos contaminantes para alcanzar un entorno más positivo y menos tóxico para sí mismo y para quienes nos rodean.
Para realizar esta depuración es preciso revisar nuestras creencias, hábitos y pensamientos negativos y limitantes, que se vuelven nuestras verdades, y que nos alejan de logros importantes. Entre ellas, pensar que no podemos, que no somos capaces, que no lo merecemos, que todo va a salir mal, que las cosas no tienen arreglo.
Igualmente debemos evaluar la forma de comunicarnos con los demás, las palabras que usamos, el tipo de expresiones verbales que se nos han vuelto costumbre, como utilizar el no con demasiada frecuencia, quejarnos continuamente, denigrar de todo y por todo. También es importante observar las expresiones gestuales y evitar que sea usted una de esas personas a quienes con frecuencia le preguntan si está brava, aburrida o enferma.
Luego de realizar los anteriores ejercicios y advertir que puede ser de utilidad para usted, tome la determinación de comenzar a practicar la ecología mental, puede iniciar cultivando hábitos sencillos como:
·Sentirse agradecido con la vida
·Expresar aprecio a otras personas
·Ser agradecido
·Hablar bien de alguien
·Sonreír
·Ser prudente
·Ser amable con los demás
·Cultivar la amistad.
En esta época de profundos y constantes cambios nos conviene recordar esta frase: “Nuestro cuerpo es capaz de todo. Es a nuestra mente a quién tenemos que convencer”. Aplique la ecología mental, el poder de la mente es inmenso y tiene la capacidad para afectar de manera positiva o negativa nuestros resultados. Todo depende de su actitud y su decisión.
*Asesora y formadora en
Habilidades Sociales
y Productividad Personal.
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