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Si fuéramos conscientes del impacto que nos producen los reconocimientos que recibimos, posiblemente seríamos más generosos para obsequiarlos, porque un elogio es un regalo, y no cuesta.
Muchos no elogian a otros porque no se han acostumbrado a ello, no han aprendido a hacerlo; otros, porque lo consideran melosería, cursilería o pasado de moda. Aquí cabe precisar la diferencia entre elogio y adulación. El primero es un reconocimiento de los méritos o habilidades positivas de una persona, cosa, logro o situación, mientras que adulación es una alabanza exagerada, inmerecida y generalmente interesada o utilizada para conseguir algo a cambio.
Los reconocimientos son una recarga de energía y estímulos para quien los recibe. Es beneficioso para todos, en los niños refuerza sus comportamientos positivos, en los colaboradores de una empresa contribuyen a mejorar el rendimiento y el clima laboral; fortalece las relaciones de pareja, estimula las relaciones sociales y favorece el ejercicio del liderazgo.
Infortunadamente tendemos a enfatizar lo negativo y a hacer observaciones sobre lo que no está bien, y poco nos ocupamos de resaltar lo positivo y la valía de las personas o hechos. Elogiar y hacer reconocimientos es un hábito que mejora la calidad de la comunicación interpersonal. Para que así sea es bueno aprender a hacerlo en forma correcta, es imperativo que se sienta sincero y que sea agradable para quien lo recibe, que el momento y el lugar sean adecuados; de no tener este cuidado puede lograrse lo contrario, hacer que la otra persona se sienta incómoda y fastidiada.
Para asegurar un efecto positivo, tenga en cuenta lo siguiente:
· Conviértalo en hábito, pero sin exagerar, de hacerlo demasiado frecuente pierde el impacto y puede sonar empalagoso.
· No postergue ofrecer el reconocimiento, hágalo lo más pronto posible. Llame, escriba un mensaje, un WhatsApp, pero expréselo.
· La forma es importante, ofrézcalo con amabilidad, mire a la persona, sonría.
· Procure ser breve. Igualmente sea directo, no exagere en adjetivos, hágalo creíble. Por ejemplo, no diga: “Laura eres la funcionaria más bonita, inteligente y capaz de la empresa y mereces nuestro reconocimiento”.
· Sea específico. Celebre las conductas o las acciones no a la persona. No diga: “Felicitaciones usted es excelente” diga, “Su exposición fue excelente, clara y precisa. Felicitaciones”.
· Utilice un lenguaje positivo. No diga, “Felicitaciones, ya era hora, casi que no ganan” diga: “Felicitaciones, ganaron en un excelente partido”.
· Evite la palabra “pero”, porque le quita valor al cumplido. Por ejemplo: “Qué agradable que vinieron a visitarnos, pero lástima que no trajeron a ...”.
· Recuerde que los reconocimientos no son solo para “la gran final”, o para logros muy destacados, a lo largo de los procesos también hay pequeños logros y momentos que justifican darlos, inclusive estos pueden contribuir para que se aplique mayor esfuerzo y se consigan mejores resultados.
Una época como esta, cuando se vive gran tensión, estrés y situaciones complicadas, es una buena oportunidad para practicar y reforzar este hábito, que infortunadamente ha caído en desuso. Practiquemos con generosidad los cumplidos, basta unos segundos para reconocer lo que hacen los demás o expresarles cuánto valoramos su presencia y sus logros.
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