La lamentable transformación del territorio Pijao comienza con la conquista de la Nueva Granada. Los pueblos indígenas fueron casi exterminados. La Colonia trae el nacimiento de un gran desierto, que se intensifica en los años 30 con la destrucción de bosques naturales e implantación de ganadería y cultivos comerciales, actividades que han desestabilizado ostensiblemente el clima e incrementado los períodos de sequía. Nuestras comunidades del sur tolimense tendrán que soportar olas de calor más intensas y sequías extremas, que en el marco del cambio climático global, amenazan su supervivencia y permanencia en el territorio.
Comunidades como Coyaima, Ortega o Natagaima han visto como se pierden sus cultivos y huertas caseras; palpan a diario la disminución de sus fuentes hídricas y ven morir sus animales por falta de agua y alimento. La hambruna generalizada es una amenaza evidente para la supervivencia de estos municipios, situación que demanda solidaridad ciudadana y acciones decididas por parte de las autoridades gubernamentales.
Paradójicamente, y pese a que la problemática ambiental puede generar el desplazamiento de miles de personas, sobre el Sur del Tolima se quieren imponer varios proyectos minero-energéticos que agudizan el desastre. Desde hace cerca de 20 años los habitantes de esta región han enfrentado estos proyectos de destrucción y muerte. De manera conjunta y decidida lograron detener los proyectos de las empresas Mineros de Antioquia y Mineros El Dorado. Es ahora cuando los tolimenses debemos aprender del proceso de defensa del territorio y de la vida, apoyando a las comunidades que enfrentan la imposición de estos proyectos extractivos. Lo que está en juego es un atentado contra de la Cuenca Mayor del Río Saldaña, que representa el 49 por ciento del agua de todo el departamento.
Lo anterior implica comenzar a construir un sistema de alertas tempranas (SATC) manejado por las propias comunidades y encaminado a generar un plan de sostenibilidad y una estrategia de prevención. Eso significa continuar un proceso de formación social, para el levantamiento de información hidrológica, climatológica, susceptibilidad a incendios, remoción en masa, degradación de microcuencas, contaminación hídrica, escasez de agua, producción de alimentos, entre otros, con el objeto de detectar a tiempo un cambio en las condiciones de vida, y tomar las decisiones pertinentes, con seguimiento y evaluación.
Quienes amamos al Tolima y disfrutamos la riqueza invaluable de su biodiversidad debemos acompañar a las comunidades indígenas y campesinas y a los sectores productivos del Sur tolimense, en la implementación de políticas y prácticas de conservación ambiental que eviten el desarrollo de los proyectos de Mineros S.A (antes Mineros de Antioquía, Mineros El Dorado, y ahora Minería de Ataco SAS) y en general sobre todo tipo de minería contaminante y ecocida. Debemos asumir como principio que el agua y la vida no se negocian.
Frente a la gran crisis ambiental y económica del mundo, la única alternativa que nos queda es aprender a pensar por cuenta propia. Es clave que las acciones de hoy tengan como referente una visión de respeto por los otros, pero ante todo, que no roben la posibilidad de un futuro digno para nuestros hijos.
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