Hasta la expedición de la medida, los impuestos a los textiles, las confecciones y el calzado eran ad-valorem y se encontraban en el 10 o el 15 por ciento del valor importado.
A partir del primero de marzo entró en vigencia el decreto firmado por el primer mandatario, el cual incluye aranceles mixtos para la importación de confecciones y calzado, con vigencia de un año y sólo se hará efectivo en el caso de las transacciones con países con los cuales Colombia no tenga acuerdos de libre comercio vigentes.
Según el decreto, al momento de importar confecciones habrá que pagar un 10 por ciento sobre el valor importado, así como una tarifa de cinco dólares por kilo. Mientras que en el caso del calzado también aplicará el impuesto del 10 por ciento del valor importado, pero se tendrá un arancel de cinco dólares por cada par de zapatos.
Lo anterior implica una rebaja del arancel ad-valorem, pues todos los productos pasan a estar gravados con una tasa del 10 por ciento, cuando antes, la mayoría de los productos de calzado y confecciones estaban gravados con una tasa del 15 por ciento de arancel.
Este decreto no es más que un paño de agua tibia para la ya golpeada industria colombiana, cuyo comportamiento reveló un crecimiento nulo en 2012, aunque esta vez sea exclusivamente para el llamado ‘Sistema Moda’, bautizado así por el PTP del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Resulta, por decir lo menos, contradictorio que el Ejecutivo haya aceptado de manera temporal y reactiva estas medidas proteccionistas, cuando precisamente este gobierno se ha caracterizado por una política de comercio exterior bastante liberal, promoviendo la firma de acuerdos de libre comercio a diestra y siniestra.
Dicha estrategia se ha llevado a cabo pesar de la advertencia de muchos sectores sobre las asimetrías existentes frente a las condiciones subsidiadas de producción en otros países competidores de la producción manufacturera de Colombia. También se ha aplicado a pesar del momento inoportuno de esta nueva apertura, pues es bien sabido que en la crisis económica actual de las economías desarrolladas, hay una gran cantidad de excedentes de producción global que no pueden absorber dichas economías y que buscan afanosamente llegar al mercado colombiano, como alternativa para evitar la acumulacion de inventarios en los países productores.
El objetivo de preparar a los sectores seleccionados por el PTP para que fueran nadadores profesionales parecería en suspenso mientras se les lanza un salvavidas temporal. La pregunta es si en un año, cuando desaparezca el salvavidas, ¿se podrán mantener a flote?
Es importante insistir en la necesidad de contar con políticas públicas y decisiones empresariales para lograr el crecimeinto sostenido de la economía y, especialmente, que dicho crecimiento genere empleos para los colombianos. Sin duda, los aranceles mixtos que se van a implementar en algo ayudan, pero hay que aprovechar este espacio de tiempo para identificar las medidas que brinden soluciones estructurales para cada cadena de producción priorizando aquellas que generen mayor producto con más valor agregado en el país.
Si el Ministro de Hacienda advierte que Colombia no debe seguir el ejemplo de la política industrial adoptada por Brasil, que incluye compras nacionales a la industria, consideramos, por el contrario, que las compras estatales constituyen una buena oportunidad para estimular el desarrollo de la industria nacional y un instrumento adecuado de política pública, siempre y cuando promuevan la productividad y competitvidad de la producción nacional. Por esa razón, no solo Brasil, sino EE.UU., Europa y varias economías asiáticas han desarrollado sus manufacturas gracias a políticas de compras estatales, que obviamente deben acompañarse de condiciones estrictas de calidad, desarrollo de proveedores nacionales, asociatividad entre pymes y todas las medidas que impidan volver a un proteccionismo equivocado de industrias ineficientes.
Comentarios