Ante los estragos de las guerras

¡Tantos muertos y heridos, tanta destrucción y tantos sueños rotos! Ya es hora de que cese el conflicto y se inicie el arduo, prolongado y tortuoso camino de la paz.

Se cumplen 10 años desde cuando el presidente George W. Bush declaró la guerra a Irak por razones que, luego se probó, eran absolutamente falsas.

Un decenio después y tras millones de desplazados, más de 100 mil muertos - entre ellos 4 mil 600 soldados estadounidenses-, centenares de miles de heridos y un país destruido, la sociedad estadounidense, en su gran mayoría, considera que la intervención produjo muy pocas cosas positivas y sentó las bases de los problemas económicos que afectan a estados Unidos.

¿Qué puede decirse, entonces, de la guerra en Colombia? Aunque algunos se empeñan en negar su existencia, la magnitud de lo acontecido abruma el espíritu y concita a la reflexión.

Más de medio siglo de desangre con un saldo de más de 300 mil muertos, cinco millones de desplazados, centenares de miles de heridos del alma y del cuerpo, la infraestructura productiva de extensas regiones arrasada y los recursos que deberían dedicarse al desarrollo y el bienestar de todos esterilizados en la confrontación y cientos de miles de jóvenes que deberían estar estudiando, capacitándose o desempeñando labores productivas malgastando sus vidas en combates fratricidas.

Seguramente que si se realiza una encuesta similar a la efectuada en Estados Unidos para opinar sobre la intervención en Irak, se encontrará que con relación al conflicto colombiano existe dentro de la población colombiana hastío y desesperación por una guerra que no ha conducido a nada y que muy  pocos consideran que haya traído algún beneficio, mucho menos, que deba prolongarse para continuar con la sangría.

Afortunadamente las noticias de La Habana indican que los diálogos avanzan, que el primero de los puntos de la agenda está a punto de evacuarse y que las partes, si bien todavía producen algunas declaraciones altisonantes, cada vez son más espaciadas y no repercuten con mucha fuerza en la opinión colombiana.

¡Tantos muertos y heridos, tanta destrucción y tantos sueños rotos! Ya es hora de que cese el conflicto y se inicie el arduo, prolongado y tortuoso camino de la paz.
    

Credito
EL NUEVO DÍA

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