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Por lo demás, el tesón y el continuado esfuerzo personal no ha caracterizado al tolimense como grupo humano, como si lo ha hecho con los antioqueños o caldenses, entre otros, como lo evidencian nuestra escasa aplicación como colectividad a solucionar nuestras carencias y el mucho tiempo que pasamos pendientes de las dádivas que de pronto lleguen a través del presupuesto oficial.
Y salvo alguna actividad agrícola que inexplicadamente tampoco hemos logrado convertir en verdadera agroindustria, como el arroz o el café, o la música, -ésta como expresión del espíritu que no tampoco hemos encarado como industria-, no hemos definido una vocación que oriente nuestro futuro como sociedad.
De igual manera seguimos adoleciendo de falta de gerencia y liderazgo capaces de consolidar el saneamiento financiero, la prudencia en el gasto y la consciencia de la importancia de priorizar las inversiones con definida orientación hacia el bienestar general, aplicadas, antes que nada, a concluir lo iniciado y a buscarle solución a los muchos problemas que nos afligen en los campos vial y de transporte, habitacional, de salud, de seguridad y por sobretodo educativo, y frente a la necesidad de complementación y mejoramiento de los servicios de agua, aseo, energético y seguridad en general.
Máxime cuando el departamento y su capital Ibagué, están creciendo hoy por encima de lo esperado en razón de los flujos migratorios originados en las muchas violencias que de antaño nos han afectado y siguen haciéndolo como endémico fenómeno que aflige al país, –de la guerrilla, la paramilitar y la de las bacrim alimentadas por la droga-, multiplicando los inconvenientes de manera desproporcionada por fuera de cualquier intento pacificador como el que ingenuamente pretende el actual gobierno, con grave deterioro del precario tejido social, demandando en forma extraordinaria recursos de múltiple índole, pero fundamentalmente espacio y oportunidades laborales para los desplazados que están arribando.
A tan oscuro panorama en mucho contribuye, a no dudarlo, la excesiva centralización del Estado que bajo el actual gobierno se ha exacerbado a la mejor manera de nuestro pasado colonial, en cuanto el nuevo, inexperto y corrupto a grupo dirigente conduce el país desde Bogotá bajo la idea de una provincia irresponsable guiada por funcionarios idem a través de una estructura piramidal y jerarquizada de la administración pública, que equipara a los habitantes de los municipios distintos a la gélida capital con los menores incapaces de regir su destino y de trazarse sus propias políticas de desenvolvimiento en los diversos campos como lo vienen denunciando Antioquia, Cauca y sobretodo Catatumbo,
Con lo que se coartan la iniciativa y la autonomía de “la provincia” al tener que esperar del "nivel central" la respuesta, tardía e incompleta, cuando no errada, a todas las inquietudes y la solución de las afugias y carencias de la realidad palpable de cada región, o malacostumbrarla a la inefable “mermelada” obtenida mediante agotadoras jornadas de cabildeo político ante prepotentes burócratas, mandos medios o funcionarios de poco caletre.
Manuel José Álvarez Didymedôme
Ibagué, marzo de 2025
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