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Esa polarización y el odio sembrado en los ciudadanos, distrae la atención sobre los temas importantes que necesita resolver la nación, evita una mayor formación en ciudadanía, que identifique la mediocridad en la política y en la dirigencia de todos los sectores, mediocridad y ambición, que solo busca satisfacer sus intereses personales o particulares y a la cual le sirve alimentar la confrontación, porque la argumentación y la solución concreta, a los problemas de nuestro país no son su fuerte.
En esta crisis colectiva aprovechar las falencias de nuestro sistema democrático, de las instituciones y en algunos casos de quienes las manejan, lo fácil para los que quieren seguir polarizando el país, es el señalamiento, la diatriba y la ofensa publica, no proponer o realizar las trasformaciones profundas, las acciones concretas, permanecer en el caos, provocar el miedo y enfrentar los ciudadanos es opción permanente, para muchos que se hacen llamar dirigentes o aspiran serlo, casi que podríamos decir que el país esta dividido entre quienes generan polémicas y divisiones y otros que producen, generan resultados y unidad.
La polarización que produce confrontación no es opción, debemos avanzar hacia la reconciliación para la construcción social del país que queremos todos, la Colombia de la equidad con equilibrio social, seguridad, el país con oportunidades para todos, respeto por la diferencia y una gran fraternidad. La violencia no puede seguir siendo opción en nuestro país, en ninguna de sus formas, menos ahora ese tipo de violencia retorica disfrazada de lucha justa, populista, tendenciosa y anárquica. Es hora de empezar a ver lo bueno de los demás, mirar con respeto al otro desde las diferencias, ponerse en sus zapatos, cuidar nuestro planeta y desarmar nuestro corazón, en los momentos críticos, es cuando debemos estar unidos, para construir un país mejor.
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