El presente es de campaña

Rodrigo López Oviedo

Pero no se crea que en la izquierda la respuesta haya sido del todo favorable.
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Para quienes toda decisión de Petro es mala, hasta la de confesarse y comulgar, la designación de un militar como ministro de Defensa, que en otro contexto la hubieran presentado como una justa exaltación  a toda una historia de abnegación y sacrificio de la fuerza pública, o como el reconocimiento de que a Colombia no le ha ido bien con civiles en tan importante ministerio e, incluso, de que con esta designación se quiere recuperar lo que supuestamente se ha perdido en presencia institucional  en algunas regiones, en lugar de que tal nombramiento hubiera sido calificado con tales halagos, lo que sobrevino de parte de estos opositores fue una serie de críticas, la gran mayoría carentes de peso y cargadas de veneno contra el presidente. 

De esa andanada de críticas hizo parte la relacionada con la desbandada que supuestamente se iría a presentar en la cúpula de las Fuerzas Armadas por el hecho de que el general nombrado era de menor rango que los demás. Ante ella, el comandante de las Fuerza Militares, general Francisco Hernando Cubides, negó que tal desbandada pudiera presentarse. “Nadie se va”, fue su respuesta, pero ello no produjo rectificación alguna entre los críticos, lo cual no nos sorprende; al fin de cuentas, esta ha sido la forma como la derecha ha jugado sus cartas ante cada decisión presidencial.

Pero no se crea que en la izquierda la respuesta haya sido del todo favorable. Para muchos de sus integrantes, la puesta de un militar a la cabeza de ese ministerio constituye una pérdida democrática de altos quilates, sobre todo porque, cuando eran las charreteras las que adornaban tal cartera, no fueron pocos los incidentes que evidenciaron la existencia de ruidos de sables en el Palacio de Gobierno. Así ocurrió bajo los mandatos de Turbay Ayala y Belisario Betancur, y sus ministros, los generales Camacho Leyva y Vega Uribe. De este último se dice, incluso, que dio un golpe de Estado con motivo de la toma del Palacio de Justicia. 

Pero bueno, si la izquierda critica a su gobierno, la derecha lo hace con mayor énfasis, pues, a falta de buenos argumentos, cuenta con el propósito de preservar sus intereses deteniendo los logros progresistas. Logros que la izquierda debe defender y buscar que se profundicen, pero señalando a los culpables de que no hayan sido más profundos ni en mayor número. En esencia, se trata de ayudar a nuestro pueblo a identificar a quienes son contrarios a sus intereses y a desecharlos de sus opciones electores. Ya los tiempos están servidos, y prácticamente solo pueden consumirse en campaña electoral. Que ojalá comience pronto.

Rodrigo López Oviedo

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