Adiós a Dora Cecilia Rojas de Motato, orgullo musical del Tolima

Crédito: Suministrada / El Nuevo Día-
El pasado 11 de julio, en su hogar en Ibagué, rodeada de algunos de sus hijos y nietos, falleció Dora Cecilia Rojas de Motato, una mujer que dejó una huella indeleble en la música popular colombiana y en los corazones de su familia
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Nacida el 25 de julio de 1933 en Espinal, Tolima, Dora Cecilia se casó siendo muy joven con el reconocido compositor Israel Motato, pionero de la música de despecho y carrilera y descubridor de varios artistas como el Charrito Negro y las Hermanitas Calle. Juntos, formaron una pareja no solo en la vida, sino también en la música, grabando en 1956 bajo el sello Discos Bardil del Maestro Benito Ardila.


Priscila Motato Bustos, nieta de Dora Cecilia, recuerda con cariño a su abuela, a quien afectuosamente llamaba "mi Linda". "Para mí, mi abuelita Dora era una mujer ejemplo a seguir, luchadora, fuerte. Aunque era muy brava, defendía con gallardía su familia y su filosofía de vida: ir de frente, siendo fuerte y real", comenta Priscila. La vida de Dora Cecilia fue un testimonio de amor y fortaleza, sacando adelante a sus ocho hijos y siendo una abuela amorosa y mujer ejemplar.

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El legado musical de Dora Cecilia junto a su esposo Israel Motato es vasto y significativo. Bajo el nombre artístico "Dueto Motato y Dora", grabaron en 1956 en Bogotá en Discos Bardil, la disquera del Maestro Benito Ardila. Entre sus obras destacan "Mujer Traidora" en ritmo de ranchera, "Amargo llanto" en ritmo de pasillo, ambos en discos de 78 rpm, "El ausente" en ritmo de vals y "Tú eres mi amor" en ritmo de corrido, todos de la autoría del Maestro Israel Motato. Su contribución a la música popular colombiana es un testimonio de su talento y dedicación.


La pérdida de Dora Cecilia Rojas de Motato deja un vacío en su familia y en el ámbito musical colombiano. Sin embargo, su legado perdura, inspirando a nuevas generaciones y recordándonos la importancia de la música como expresión de nuestras emociones y cultura.

 

Credito
Natalia Gualanday / El Nuevo Día

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