La política implica pulsos concretos de fuerza, negociación flexible, detallada y ajustada a las peculiaridades, las exigencias y el poder relativo de la contraparte. Por eso no hay procesos de paz en abstracto.
A propósito de la candidatura de Angelino a la OIT, alguien notó que tenemos la menor tasa de sindicalización y el menor número de huelgas del continente. A propósito de la restitución de tierras a las víctimas, el mismo Presidente lamentó la débil movilización de los campesinos.
Somos el único país de América Latina que no ha tenido un solo presidente de izquierda y el único donde la izquierda no ha pasado el umbral de la tercera parte de los votos en elecciones nacionales.
Tenemos una guerra contra los civiles: los muertos son víctimas más de la guerra sucia que de la limpia. Y es aquí donde cobra sentido el otro hallazgo: los paramilitares son el más letal de los grupos criminales.
La prensa apenas mencionó la fecha como un recuerdo que es mejor no tener: el 21 de febrero de 2002, Andrés Pastrana abolió la zona de distensión y puso fin a 39 meses de diálogos inútiles.
En el Congreso cursa otro proyecto de reforma constitucional que permite al Estado “renunciar a la persecución” de los delitos que estime necesarios para terminar “el conflicto armado interno”.