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Estas ranas reciben este nombre porque viven bajo la hojarasca y la capa de raicillas del bosque amazónico, y como se encuentran ocultas, son poco conocidas y apenas se les oye cantar con unas notas tenues, especialmente cuando llueve, informó este miércoles en un comunicado el Instituto Sinchi.
La tala del bosque y las quemas reiteradas cambian la estructura del suelo, lo compactan y eliminan irreversiblemente el microhábitat de estas especies. Para ellas, esta trasformación es equivalente a pavimentar el suelo.
De hecho, en las tres especies descritas ya hay una en riesgo por el deterioro de su hábitat.
“Aunque son nuevas para la ciencia, las condiciones de los ecosistemas para garantizar su vida afrontan un escenario de alerta”, advirtieron los científicos del Sinchi.
Estas “ranas invisibles” han sido ubicadas en la Guayana Francesa, Brasil, Guyana, Perú y Colombia, aunque sus características y su hábitat han dificultado poder investigarlas más y encontrar más especies.
No obstante, por evidencia molecular, se estima que hay una mayor diversidad que la descrita actualmente, agregó el Sinchi, y se presume que, por los hábitos ecológicos y la poca capacidad de desplazamiento, los ríos pueden constituir barreras de dispersión.
Esto significaría entonces que grandes extensiones de deforestación pueden afectar especies de este género que ni siquiera llegaremos a conocer.
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