Llegó a la actuación por casualidad

Para muchos el nombre de Alma Rodríguez no es muy familiar; sin embargo en su hoja de vida figura como actriz de varias producciones nacionales.

Esta santandereana de 30 años nunca imaginó que terminaría inmersa en la farándula nacional, aunque desde el colegio participó en obras teatrales e hizo parte del grupo de danza. “Siempre creí que iba a ser artista plástica, pues desde pequeña tuve gran gusto por la pintura”, dice.

Alma ingresó a la Universidad Nacional a estudiar Artes Plásticas (carrera que no finalizó), y en sus horas libres trabajaba en un restaurante como barman, entre sus clientes frecuentes estaba Luis Fernando Orozco, reconocido actor colombiano con quien entabló una amistad. “Él fue el que me impulsó para que estudiara actuación”, propuesta que decidió aceptar.


Fue así como en el año 2000 ingresó a la Academia Superior de Artes de Bogotá, donde estudió artes escénicas.


Sus primeros trabajos fueron en teatro, posteriormente llegaron oportunidades para actuar en televisión, oficio que disfruta porque en los diferentes papeles puede lograr transformar su imagen.


Su último gran reto actoral lo tuvo hace pocos meses cuando interpretó a Robin en la telenovela El Laberinto -secuencia de la serie de los años 90 ‘La mujer del presidente’-, personaje que disfrutó no sólo por la oportunidad de trabajar junto a grandes actores como Robinson Díaz y Sandra Reyes, sino porque se consideraba gran amante de esta serie televisiva.


“Hacer tanto clic con Robin, cuando la interpretó Cristina Umaña, me marcó en ese momento. Era una niña citadina, urbana, de los géneros musicales fuertes y Robin era la representación de la televisión nacional, era como romper esos estigmas. Años después me entero que hacen las audiciones para la serie y pregunté por Robin y me dice que Cristina Umaña no lo iba a hacer”, cuenta que en ese momento y sin mayores oportunidades buscó la posibilidad de presentar el casting.


Alma se considera una amante del séptimo arte, la pintura y la música.  


Preguntas y respuestas
¿Cómo inició en el mundo de la actuación?  
Inicie a estudiar artes plásticas en la Universidad Nacional y al tiempo trabajaba como barman en un restaurante, allí conocí a Luis Fernando Orozco, con él entablé una amistad, él me dijo que debería estudiar actuación, ya que yo era muy torpe y eso causaba gracia. Acepté la propuesta y me fui a estudiar a la Asab Artes escénicas. Tiempo después empecé a trabajar en Ensamble (compañía de teatro cubano), con ellos realicé teatro documental.

¿Se visualizaba siendo
actriz?
De niña siempre estuve vinculada con las actividades teatrales escolares, no sólo las actuaba sino las escribía, pero mi sueño era ser pintora. Ya grande sentí la química y la necesidad de dedicarle tiempo a esto (actuación), y cuando recibo el taller me siento satisfecha y esa sensación es la que quiero llevar a cabo cada día en mi vida. Me retiré de artes plásticas para meterme de lleno a hacer la carrera de artes escénicas.

 ¿Qué es lo que más disfruta de su trabajo?

La posibilidad de crear a partir de la emoción. Todo viene de adentro, del sentimiento, de la energía. Me apasiona la capacidad de cambio, de mutación, jugar con las pasiones, el cuerpo, y mi forma y físico. Esa es mi vida.

¿Cómo ha sido su participación en la novela ‘El Laberinto’?

Fue maravilloso, lleno de sor    presas y de regalos de la vida y el destino. Cuando supe que venía la secuencia de La mujer del presidente, pregunté por Robin y me dijeron que Cristina Umaña no iba a realizar el papel, pregunté las posibilidades de audicionar, pero me dijeron que mi edad no me favorecía. Cuando pensé que había perdido las posibilidades, me llamaron para que presentara una prueba de maquillaje con Róbinson Díaz, en ese momento no puedo describir lo que sentí. Todo fue tan inesperado.

¿En qué se diferencia esta producción en las otras que ha participado?

Creo que la diferencia es radical. Trabajar a tres cámaras de cine, hace que todo sea más lento, se toma más tiempo; con la actuación se deben dar emociones sinceras y directas, pero más pequeñas para la cámara, más hiperrealistas, no se tiene la posibilidad de hacer caracterizaciones súper grandes. Es un ejercicio también bonito. El género también fue diferente, es un suspenso, que hace mucho no se trabaja en la televisión.

¿Cómo fue trabajar con Róbinson Díaz?

Róbinson es bien especial y particular. Debo reconocer que el primer día fue algo asustador, era como estar frente a una muralla, él sabe lo que hace y tiene una gran cantidad de información, pero suele ser un poco hermético al comienzo, con el paso del tiempo nos fuimos soltando, ya había más confianza, había otro tipo de tensión y fluidez, obviamente él te enseña, sin querer, es absolutamente disciplinado, inspirador. Lo disfruté y aprendí mucho.

¿Se ve actuar?

Sí, me evalúo duramente. Reconocer el registro es complejo. Lo primero que sentí fue un oleaje de escepticismo, pero la gente que me rodea, mi familia me dijo: ‘valore lo que está haciendo’. Cuando me miro pienso que debo empezar a corregir cosas y me gustan otras que hay que empezar a potenciarlas.

¿Qué satisfacciones le ha traído la actuación?

El hecho de crear, jugar en lo que más amo y me gusta hacer. Imaginar, es la satisfacción más grande, lo que provocas a los demás, es fuerte, son sensaciones que puedes provocar al televidente, lo que él lee, como se apasiona. Eso es bonito.

¿Hay propuesta para trabajar en cine?

No he trabajado. Pero lo haría claramente. Ese es el paso a seguir, voy hacer todo lo que se me cruce, teatro, televisión, cine, lo que sea. El cine es algo que necesito hacer.

¿Qué proyectos vienen para este año?

Antes de ‘El Laberinto’ había una propuesta para realizar película con Felipe Aljure, había presentado el casting y quedé, entonces estamos esperando porque el cine colombiano va a un ritmo lento. No sé cuándo se va a realizar, es un protagónico.

¿Qué hace en su tiempo libre?

Pinto en lienzo, camino, voy a cine sola, me vuelve loca y me gusta la buena música, voy a recitales, me encanta bailar, tomo clases de danzas. No soy mucho del gimnasio convencional, más del yoga, pilates. Necesito mantener un movimiento corporal.

¿Por qué dejaría la actuación?

No lo dejaría por nada del mundo. Me visualizo muy anciana actuando. 

Credito
EL NUEVO DÍA

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