Promeserismo regresivo, progresismo anestesiado

Alberto Bejarano Ávila

Aunque suelo evitar escribir en primera persona, confieso que a veces creo que mi insistente opinión sobre el futuro tolimense, por ser de cordillerano solitario (montañero, en acepción peyorativa), se desecha o que resulta estéril por plantearse en tiempo y lugar equivocado o porque, en su defecto, el extraviado y atemporal soy yo por porfiar en que el dilema esencial que debería animar la reflexión sobre nuestro futuro es si, algún día, el Tolima hallará la ruta del progreso.
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Para no desmayar siempre me pregunto por qué el Tolima, con tantas personas inteligentes, expertas, eruditas e industriosas, no sale del atraso; y no satirizo al referirme a la inteligencia porque sinceramente creo en ella, pero igual creo que, como causa del círculo vicioso de la pobreza y la miope visión estratégica, la inteligencia tolimense fue anestesiada con un brebaje de estupidez, egolatría y corrupción, que impiden que se origine la simbiosis de inteligencia, ética, identidad y correctos referentes estratégicos del desarrollo regional.

Existiendo gente inteligente y presumiendo la ética y la identidad como valores intrínsecos, entonces las genuinas fuerzas progresistas sólo emergerán cuando la inteligencia tolimense tenga voluntad para acordar aquellos referentes correctos del desarrollo, que nos colmarían de fines superiores y así destronar el promeserismo de obras accesorias y otras pequeñeces que la estulticia ofrece mentirosamente para utilizar las necesidades sentidas en beneficio de ilegítimos propósitos electorales y más abusos politiqueros. Debe saberse entonces que, bajo la identidad territorial, la inteligencia debería acordar aquellos referentes correctos del desarrollo, única forma de proscribir la pobretona y falaz palabrería politiquera y garantizar coherencia ideológica y autoridad moral al adormilado progresismo que, sólo apostatando del modelo de liderazgo gamonalesco, cambiará una historia de atraso por una de progreso.

En algún texto hallé esta frase de Mark Twain: “la política es la única profesión en la que se puede mentir, engañar, robar, y aun así ser respetado”. A esta frase añadiría: disociar, abusar, endiosar. De la ya octogenaria realidad tolimense, la inteligencia podría colegir que existen tiempos y razones sociopolíticas (generalmente en países y regiones desarrolladas y cultas), donde hay justicia, sus líderes son demócratas, tienen vergüenza y escuchan, para recurrir al cacerolazo, el plantón, la protesta, la marcha y la denuncia, porque resultan eficaces; pero ello no procede para el caso tolimense, donde la única solución eficaz es cambiar la arcaica autocracia gamonalesca sin ideas, por un modelo de liderazgos descentralistas, demócratas y con ideas superiores (auténtico proyecto político) para reconstruir la región tolimense.

¿Acaso asfaltar calles o recoger basura son ideas estratégicas para cambiar al Tolima o es el desarrollo el origen de la modernidad? Idea estratégica tabú en el Tolima es la formación de capital para reinvertir, exportar y ser autónomos. En la globalización financiera hay regiones que exportan capital y otras que importan y así, como en el “gota a gota”, por falta de capital, se resignan a ser territorios enclave o colonias pobres pero rentables para otros territorios.

Alberto Bejarano Ávila

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