Hoy la idea de sociedad es abstracta, caótica e inorgánica y por ende sus funciones se limitan a elogiar, votar, tributar, consumir y aguantar. Este retrato fiel es la antípoda de la sociedad ideal que debemos construir, sociedad ideal que, así lo veo, se encarna en la población que habita un territorio histórico y está formada por múltiples grupos de interés específico que, bien organizados, se constituyen (cada uno) en valiosa forma de capital social, deliberante, influyente y protagónico y por lo mismo garante de equilibrios y simetrías que caracterizan a la sociedad auténticamente democrática, progresista, moderna y justa.
Espero no herir sensibilidades si digo crudamente que la sociedad tolimense (idea genérica) es realidad genuina más no realidad protagónica y decisoria en razón a que sus que haceres se limitan a loar, votar, tributar, gastar y padecer y ello lejos está de ser el modelo ejemplar de sociedad democrática, moderna, emprendedora y justa y por tanto a todos nos compete desmasificar o “descosificar” ese arcaico “orden” mediante la institucionalización de grupos de interés específico capaces de convertir la inercia en poder para cambiar la historia.
Es verdad que el gestor público “saca pecho” con resultados derivados del abuso tributario, tarifario, sancionatorio, impositivo, etc., y no de su liderazgo, eficiencia y lúcidas estrategias para construir riqueza común. El abuso se da libremente porque si bien, en teoría, el Tolima es de los tolimenses, en la realidad ello es falso, pues nuestra voluntad y poder cedió frente al interés ilegítimo y personalista, fenómeno que causa abulia social, inequidad, exclusión y zozobra, pero, aunque anacrónica y vieja, esa absurda realidad puede transformarse y son los grupos de interés específico, imbuidos de sentido histórico, los llamados a hacerlo.
La sociedad civil es categoría real y soberana frente al interés gubernativo, político y privado y tiene roles precisos”: consumidor, usuario de servicios públicos y de la salud, trabajador, académico, artista, contribuyente, comunicador, deportista, religioso, profesional, minoría, ambientalista, en fin... Cada rol es potencialmente grupo de interés específico que, con sus razones y acciones, daría orden y mesura al abuso impositivo, la calidad y tarifas en servicios públicos, la eficiencia en servicios de salud, al respeto del ciudadano rural y citadino, etc.
Sin sociedad civil debidamente organizada el individuo es vulnerable frente a los abusos de poder de quien, por carecer de ideas, liderazgo, eficiencia, ética y compromiso social, utiliza su posición dominante para afirmar su caudillismo con “obras cementeras” que no alteran el enorme atraso histórico. La vieja tensión entre indefensión ciudadana y tiranía descarada o sutil debe terminar para dar paso a la simbiosis inteligente de pesos y contrapesos y por ello los prospectivistas y estrategas del desarrollo deberían priorizar la construcción de una sociedad civil basada en grupos de interés específico que, con alto nivel organizativo e ideas motoras o seminales, lideren la voluntad colectiva para reconstruir a Ibagué y al Tolima.
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