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En esta ocasión son inquietantes los resultados de la encuesta de Invamer aplicada en agosto 2023 sobre la percepción de la ciudadanía en torno a algunas instituciones consideradas claves. Y a pesar del escepticismo con que algunos reciban esta información, importa que la conozcamos y reflexionemos sobre ella.
Veamos, por ejemplo hasta dónde llega la percepción desfavorable de los encuestados sobre algunas de las instituciones que más impactan el clima que vive la ciudadanía y las posibilidades de desarrollo de actividades determinantes de su calidad de vida. Dicha encuesta señala que la percepción desfavorable sobre el Congreso llega a 74%; sobre la Fiscalía 58%, sobre la Procuraduría 47%, sobre la Contraloría 46%, sobre la Corte Constitucional 47%, sobre la Corte Suprema 60%, sobre la JEP 54%¸ sobre las Fuerza Militares 32%, sobre la Policía 51% y sobre los Medios de Comunicación 58%. Hay datos sobre otras instituciones, pero por lo pronto quedémonos con estas.
A su vez, la encuesta Invamer Poll de junio/2023, dice que 74% de los encuestados consideran que la corrupción ha aumentado, el 67% cree que el desempleo ha crecido, el 63% que se está perdiendo la lucha contra la pobreza y el 64% que las condiciones del medio ambiente han empeorado. Respecto al tema de la guerrilla, el 63% considera que la situación está empeorando y sobre el narcotráfico el 60% considera que ha empeorado.
Lo anterior ayuda a entender el estado de crispación, así como el pesimismo y temor que se percibe en la ciudadanía y, de paso, el escepticismo y hechos como los desplazamientos y migración interna hacia centros urbanos y la migración a otros países, especialmente de jóvenes que no encuentran oportunidades en su propio terruño, así como la problemática de salud mental y los numerosos suicidios.
También son datos que nos llevan a reflexionar sobre el hecho de que, tan inquietante situación es consecuencia, fundamentalmente de que hemos permitido que quienes lideran y gobiernan el país -muchos elegidos con el voto popular- sean personas comprometidas solo con sus intereses personales y de grupos, sin importar la suerte del conjunto. Y es la repetición por tantas décadas de ese comportamiento ciudadano, lo que ha facilitado que esa clase dirigente, estructurada a manera de clanes, se perpetúe en el poder y agudice los problemas que enfrenta Colombia.
Sobra decir que para superar esta situación es imperativo tomar conciencia de que somos responsables de ella y también que está en nuestras manos la posibilidad de cambiar esa dirigencia, y ello requiere que ganemos confianza en nosotros mismos y entendamos que es una democracia mal utilizada la que nos ha permitido tomar tan malas decisiones, pero también es la vía para superar esa tragedia. La posibilidad podría estar cerca, si en las elecciones regionales del 29 de octubre, tomamos el cuidado de votar solo por personas idóneas, entendiendo este concepto en sus múltiples dimensiones: en lo ético, por su probada honestidad y trasparencia, también su conocimiento y capacidad para manejar el encargo que reciben, su energía y compromiso con la región y el país, así como su liderazgo y capacidad para trabajar en equipo, con y por la ciudadanía. Ese sería un gran paso, y luego, en el momento de las elecciones al Congreso, tendremos que actuar de igual manera.
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