¿ Y de la cultura ciudadana qué ?

Carmen Inés Cruz Betancourt

Hay quienes circulan por la carrera quinta de Ibagué y al observar las mallas que cubren la vegetación que adorna los separadores de la avenida, se preguntan: ¿Por qué hacen eso?. La respuesta debe avergonzarnos porque es para protegerla de personas que la destruyen durante los desfiles que hacen parte del Festival Folclórico, un evento que supuestamente expresa aspectos importantes de nuestra cultura.
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Instalar esas mallas a lo largo de cerca de 25 cuadras tiene un alto costo y son recursos que pudieran aplicarse a la reposición, mantenimiento y embellecimiento de esas y otras zonas verdes de la ciudad. Pero ante el comportamiento descuidado y destructivo que asumen tantas personas, resulta necesario optar por esa medida defensiva porque no hemos desarrollado una actitud de cuidado con lo nuestro, con lo de otros y con los bienes de la comunidad; en otras palabras: cultura ciudadana. Tampoco hemos interiorizado que los recursos que financian esa operación salen de nuestro bolsillo y podrían emplearse de mejor manera. 

Algo similar sucede con los parques, fuentes, monumentos y obras de arte que adornan la ciudad, que además del deterioro normal por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento oportuno, también sufren los daños y el mal uso que hacen de ellos muchos ciudadanos. Qué bueno fuera que esos recursos que se gastan en la defensa de esas piezas se pudieran aplicar, como anoté, a su reposición y embellecimiento y también a programas orientados a fomentar la cultura ciudadana, una responsabilidad de todas y todos, que debe arraigarse desde la más tierna infancia y reforzarse permanentemente hasta lograr que haga parte de nuestra identidad.

Otro aspecto de esa falta de cultura ciudadana se refleja en la medida, que en buena hora tomaron las autoridades, de prohibir las cabalgatas durante las fiestas, porque muchos caballistas no solo maltratan a sus cabalgaduras sino que se embriagan y generan severos problemas incluyendo riñas, caos vial y algunos permanecen hasta la madrugada bebiendo y reteniendo a sus caballos en cualquier poste. Dejan las calles cubiertas de boñiga, vidrios y botellas, además de borrachos durmiendo en calles y parques, que ofrecen un espectáculo deplorable. Así expresan falta de respeto a sí mismos, a los animales y a la comunidad. Todo esto a pesar del compromiso de los organizadores de las cabalgatas que no quieren que esas cosas sucedan, pero no tienen capacidad para evitarlo.

Y cuando se habla del Festival Folclórico es imperativo preguntar: ¿Qué pasa con el Parque Centenario y con la Concha Acústica? … que llevan varios años inutilizados por el deplorable estado en que se encuentran a pesar de las promesas de que serían recuperados y, a pesar también, de que son los escenarios más adecuados para realizar buena parte de la agenda de dichas Fiestas. Y otra pregunta, ¿Acaso no es claro que buena parte del dinero que pagan por el montaje de grandes carpas y otros elementos que invaden espacios públicos, pudieran aplicarse a la recuperación de esos escenarios que estarían disponibles en forma permanente para muchos otros eventos culturales y deportivos? De ese modo se lograría embellecer y habilitar la ciudad para ofrecer espectáculos al gran flujo de turistas que se pretende atraer como parte de la estrategia para dinamizar la decaída economía de la región. 

Hay mucho por hacer y se requiere, por un lado, trabajar en la formación y fortalecimiento de la cultura ciudadana y, por supuesto, decisiones de política dirigidas a cuidar la ciudad. Qué bueno sería que en las festividades que se aproximan demostremos que algo hemos avanzado.

 

CarmenInés Cruz

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